Revista Cine

Son of Saul

Publicado el 25 noviembre 2015 por Srinterrogante

Aun abordando un tema tan recurrente en la cinematografía ficcional contemporánea como es el Holocausto judío, Son of Saul se conforma como una propuesta de tan magna singularidad al situar muy acertadamente su propuesta formal por encima incluso de sus elementos puramente narrativos: el cineasta László Nemes huye en su ópera prima de la convencional visión compasiva del genocidio para centrarse por completo en el pánico del prisionero y en el acecho incesante de la muerte, haciendo uso de manera formidable del lenguaje estrictamente cinematográfico para construir con base en éste una atmósfera de auténtica pesadilla.
Esta huida de las fórmulas más canónicas y/o convencionales añade numerosas capas de significación a una narración ya de por sí compleja, decidida a no abandonar nunca la focalización interna en su personaje protagonista, Saúl, quien es perseguido por la “cámara al hombro” en largos planos secuencia ciertamente agotadores. El hecho de que la narración no adopte el punto de vista de ningún otro personaje a lo largo de todo el metraje juega en favor de su propuesta atmosférica, que se ve reforzada principalmente por elementos de carácter sonoro y visual.
Son of Saul
Ejemplo de esto es el uso del 4:3 como formato de pantalla, limitando la visión del espacio al espectador, quien se ve obligado desde el comienzo del relato a ser testigo de los acontecimientos de una manera mucho más sugestiva y evocadora: a través del sonido (los llantos, los gritos o los disparos, mayormente fuera de campo, refuerzan la sensación de un inminente ataque por la espalda que puede llegar en cualquier momento). Esta limitación del espacio visual que permite tal expansión del territorio sonoro se ve reforzada por un tercer elemento: la escasa profundidad de campo que mantiene fuera de foco gran parte de los elementos que se encuentran comprendidos dentro del encuadre más allá del personaje central.
Este conjunto de limitaciones impuestas al espectador provocan un sometimiento del mismo ante el pánico y la claustrofobia, emociones que perduran incluso una vez abandonada la sala de cine; es todo esto, sumado a un tratamiento fotográfico decadentista y a una dirección de actores milimétricaa pesar de su apariencia a simple vista azarosa, lo que configura Son of Saul como el perfecto retrato de una terrible pesadilla: un mal sueño donde no podemos dejar de correr de un lado para otro entre el gentío, durante horas, sin llegar a avistar nunca el cartel de salida.
En una frase: un virtuoso ejercicio cinematográfico en forma de pesadilla terrenal.

Pelayo Sánchez

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