Revista Diario

Soñando

Por Sandra @sandraferrerv
SoñandoEstos días de adaptaciones, cambios de rutinas y llantos, muchos llantos, por parte de mi Pequeña Foquita he reflexionado mucho sobre la necesidad de llevar la vida que nos ha tocado vivir. Somos unas cuantas las madres que hemos vuelto a reincorporarnos al trabajo estos días y  la mayoría coincidimos es una cosa: además de estar tristes y agotadas por la carrera de obstáculos que supone ir de un lado a otro a lo largo del día, estamos convencidas que nuestros pequeños son demasiado pequeños para verse separados de sus madres.
Yo me considero afortunada porque he vuelto al trabajo con un niño de 4 años y una niña de casi 2. Bebé Gigante no ha notado nada diferente porque ya el año pasado iba al colegio conmigo y le recogía igual que ahora. Que las horas en las que él está en el colegio yo esté en casa o en el trabajo no le afecta para nada. Pero mi pequeña se ha llevado tantos berrinches estos días que está totalmente escañada. Por suerte hoy las profesoras me han insistido en que hoy ha estado más tranquila y ha jugado con sus amigos en el patio. Sé que son profesionales como la copa de un pino y que cuidan a los niños lo mejor que pueden. Sé que aprenden muchas cosas y reciben una estimulación temprana excelente.
Pero a lo que voy. Creo que de aquí a unos años nuestro modelo será igualmente criticado como otros anteriores modelos de enseñanza y educación. Que los niños con seis meses, en algunos casos, ya tengan que verse separados de sus madres toda la jornada será considerado una auténtica aberración. Seguro, estoy convencida.
Insisto en que yo he tenido suerte pero creo que nos hemos vuelto un poco locos en esta sociedad que vivimos. Claro que las mujeres tenemos derecho a trabajar y a desarrollarnos profesionalmente (yo disfruto con mi trabajo, no lo voy a negar) pero los 3 primeros años de vida de un niño deberían ser sagrados. Que una mujer profesional con experiencia y estudios esté ese tiempo desconectada del mundo laboral no tendría por qué ser un problema.
Después de dos años he vuelto a trabajar y me he puesto las pilas como si hiciera solamente dos días que me hubiera ausentado. Y no me pongo medallas (odio el autobombo) pero creo firmemente que las mujeres somos capaces de eso y más. Si nos dejaran ese tiempo de dedicación a nuestros hijos y luego pudiéramos volver al mundo profesional con jornadas acordes a las rutinas de nuestros hijos creo que el mundo iría mucho mejor.
Sé que sueño con un mundo ideal pero soñar es gratis. Y quizá nuestros hijos vean estos sueños cumplidos. Quizá.

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