Cada día hacemos muchas tareas rutinarias, y a veces nos sumimos demasiado en la rutina, y eso no es bueno.
La constancia es una virtud escasa y siempre a mejorar, pero caer en la rutina, perdiendo la visión y perspectiva, no puede traer nada bueno.
El emprendedor además de ejecutar el día a día de su negocio ha de ser capaz de imaginar, porque soñar es gratis. Y el que sueña es capaz de visualizar escenarios distintos que alcanzar, de ver ocasiones y oportunidades donde otros ven límites o dificultades.
A veces, el conocimiento es la base para poder dar nuevas soluciones a un problema, pero en otras es necesario todo lo contrario, olvidar lo ya sabido si es que actúa de freno para innovar o atreverse con lo imposible. A mi me encanta la frase:
Como no sabían que era imposible lo hicieron. – Anónimo
¡Que tío el Anónimo este.. lo que sabe!
Por cierto, y para terminar el post y el domingo, aprovecho para contaros que la semana pasada fuimos finalistas de los premios FICOD 2010. ¡Yuhu!
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