Revista En Femenino

Soñé un hijo…

Por Almapau @princesas_os
Soñé un hijo…

Soñé un hijo.
Un día soñé que tendría un hijo.
Y dije:
El día que tenga un hijo le amaré sobre todas las cosas.
Le llenaré de besos y abrazos y le enseñaré el mundo.
Nunca me enfadaré con el, ni gritaré, ni osaré jamás dañarle.
Le educaré para ser un gran hombre, y conseguiré que sea alguien admirable.

El día que tenga un hijo jugaré con el hasta agotarnos, miraremos el mundo desde sus ojos.
El día que tenga un hijo le mostraré las cosas importantes de la vida.
Le enseñaré a bailar bajo la lluvia y a reírnos frente al sol.
Le enseñare a saltar las olas y amará las piedras que recojamos en la montaña.
El día que tenga un hijo le daré todo lo que sueñe, le daré calor y luz, abrigo y atardeceres.
Le daré hierba recién cortada y jazmines aromatizando la tarde.
Le daré noches silenciosas y murmullos de viento.
Le regalaré paseos sudorosos y secaré su sudor con agua fresca del mar.
Le alimentaré con lo que florezca en nuestra tierra y le enseñaré a sentirse parte de la vida.
Y todos los días le haré saber que es lo mas grande de mi existencia, y que no hay amor mas profundo que el de una madre.

Un día dejé de soñar y tuve un hijo y le amé y le amo sobre todas las cosas.
Le llené de besos y abrazos, y le enseño el trocito de mundo al que pude llegar con el.
Alguna vez me enfado con el, más de las que quisiera, aunque seguimos en trámites de aprender, para no dañarle y enseñarle que es todo lo que tiene que ser.
Que por si mismo es admirable y grande, y que mi amor no cambiará en función de sus logros.
Juego con el hasta agotarnos los días que no llego rendida y la vida me agota primero, y miro la vida desde mis ojos cansados y a veces pretendo que sea él quien la vea a través de los míos.
Que tonta!

Le he enseñado las cosas importantes de la vida, y hemos bailado y nos hemos reído, y entre saltos y piedras le he enseñado también que las cosas importantes a veces dependen del filtro de otros, que la importancia de una palabra o de un gesto puede cambiar tu vida, que hay que aprender a esquivar los golpes, y remar siguiendo la corriente...

Le di todo lo que soñé que podría soñar.
Y trabajé para darle un hogar digno, y transporte y educación.
Y vi, que los hogares se dignifican con amor, que no hay mejor transporte que las propias piernas, y que la educación es lo mas económico del mundo, pues se aprende en casa, pues no hay peor analfabeto que el que respeta los libros pero no las almas.

Le di ropa, y juguetes, y excursiones, y comidas maravillosas...
La ropa se quedó pequeña.
Los juguetes se rompieron.
Las excursiones pasaron y no quedaron mas que las tímidas sonrisas en viejas fotos.
El dinero se gastó y comimos al día siguiente los restos de las magníficas comidas con humilde pan.

Y eso nos quedó al finalizar el día, el olor al jazmín y el silencio, que rompimos con nuestras risas.
Y aprendió que el sudor olía igual si era fruto del arduo trabajo que si era fruto del aburrimiento al sol.
Pero la felicidad que lo acompañaba hacía a uno próspero y al otro mendigo.
Y que ambos se refrescaban igual en el mar.

Le alimenté con lo que fueron capaces de crear mis manos, no siempre lo mas recomendable, ni lo mejor, pero siempre desde la convicción que da el cariño.
Y aún andamos aprendiendo que somos parte de todo, y que hay que tratar al mundo con el cuidado y respeto que queramos otorgarnos, pues todo será devuelto.
La vida es eso, recoger siembras, a veces propias, a veces ajenas, pero siempre recogidas.

Y todos los días le hago saber que es lo mas grande de mi existencia.
Y que no hay amor más profundo que el que recibe a diario.
Y todas las noches se lo repito, te amo, te amo, te amo.
Para que cuando cese el viento, y llegue el silencio, recuerde mi susurro y le crezcan alas con las que poder volar lejos, muy lejos.
Alto, muy alto.
Sin mi, pero conmigo.


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