"En nuestros días, cuando ni el Estado ni el mercado son capaces de cuidar los bienes naturales, los servicios públicos y la libre difusión del conocimiento, La Carta de los Comunes propone una constitución imaginaria, al estilo de fueros y cartas pueblas, para garantizar el acceso universal, la gestión democrática, la sostenibilidad y la inalienabilidad de estos bienes y servicios, imprescindibles para la vida.".
El libro "La Carta de los Comunales de la Gran Ciudad de Madrid" recién publicado y al que pueden acceder integramente, en formato PDF, en este enlace, propone una forma de regulación y propiedad llamada "comunal".
Desarrolla la puesta en práctica de esta gestión comunal adaptada a nuestro tiempo: normas para velar por la sostenibilidad de los bienes naturales; para asegurar que la ciudad y lo que ésta produce sea de todos; para que el trabajo de cuidado sea repartido y la salud, un valor no mercantilizable; para evitar la segregación en la escuela y garantizar que el conocimiento y sus aplicaciones pertenezcan a la sociedad entera. Recoge también los principios de los comunes antiguos: toda la comunidad debe participar y trabajar por la buena gestión y sostenibilidad de los recursos, ya que solo así todos podrán beneficiarse de sus frutos.
Comienza el libro en un Madrid de 2033:
"Todavía se recuerda con una media sonrisa la crisis de los años diez. Todo el mundo pensaba que sería pasajera y que, como un nubarrón veraniego, sería absorbida por la circulación atmosférica. Simplemente había que esperar a cubierto a que escampara...
Como ya sabemos esto nunca sucedió, los aguaceros continuaron e inundaron todo...
En el nuevo teatro de sombras en que se convirtió la ciudad de Madrid, se podían ver decenas de miles de formas proyectadas sobre las aceras, cuiriosa mezcla entre humanos y galápagos, confusión de morfologías producto de las coberturas del miedo... Así fueron pasando los meses y los años...
No fue hasta 2015 cuando algunas, en un ejercicio de valentía que todavís se recuerda, decidieron agrontar lo que les hacía mirar hacia abajo: el miedo...
Hoy, tocando a su fin el año 2033, con más de diez años de insurreción a nuestras espaldas, reproducimos por primera vez sobre papel una de sus más antiguas versiones, las más poéticas: modesto homenaje a aquellos primeros comuneros que se atrevieron a vivir erguidos".
Este es el prólogo del libro cuya lectura les aconsejo. Quizás esta utopía se convierta en realidad. No sabemos. Pero sí sabemos que ello sólo depende de nosotros, los ciudadanos comuneros y "traficantes de sueños".