Ahora que cuando me falta inspiración recurro a lo mucho escrito con anterioridad, aquí les dejo este soneto, que ya sé que no se atiene a la norma, pero catorce versos dicen que es soneto, según el maestro López y a tal definición me atengo.
Con la suerte del pescado, no del pez,
la fortuna en simiente del ahorcado,
con la fe del converso al que han forzado,
y el consuelo de no saber perder,
he formado los hilos de mi alforja
y he guardado en ésta mis anhelos.
He llenado mis sueños de camelos
y del árbol he quemado ya las hojas.
Sólo queda volver a las andadas.
Sólo puedo volverme a equivocar.
Sólo tengo, por cierto, bien marcadas,
las cartas que volver a barajar.
No obstante, si otra vez vienen mal dadas,
sonrisa ancha, mirada alta y a jugar.