Revista Cine
Video killed the radio star, vale, pero ¿alguien ha acabado con los cuentos de hadas o solo han evolucionado?
Cintas como The song of the sea hacen posible creer que vivimos una reinvención de nuestras más antiguas costumbres (la transmisión oral de historias y leyendas) y no una época de destrucción de todo lo hasta ahora conseguido.
Pensemos, al hablar de reinvención, en el cine mudo. Este, era mudo por limitaciones técnicas y no debido a causas estilísticas. Tan solo cuando apareció el sonido entró en juego el uso del silencio, antes era una obligada forma expresiva. Es decir, el sonido hizo del silencio una opción y no una obligación. Pues bien, tal vez una película de animación represente, de igual manera, aquello a lo que todo cuento debería aspirar. Tal vez un cuento como Hansel y Gretel ha estado siempre pensado para ser reproducido en formato IMAX. Tal vez.
El mensaje, en cualquier caso, es especialmente similar al de un cuento de hadas: están todos los elementos, el más importante de ellos, la disociación. En The song of the seahay una fábula y una historia real que se cruzan, pero sin dar lecciones, dejando al niño juzgar quienes son los buenos y quienes son los malos. Aspectos físicos y voces asocian al padre con el gigante lloroso y a la abuela con la malvada bruja, pero es el espectador, sobre todo el más infantil, el que tiene que relacionar conceptos e interpretarlos, al igual que lo hacía en Caperucita Roja (los peligros de la pubertad y la desobediencia) o en Los tres cerditos (el valor del trabajo bien hecho).
Uno de los elementos más reveladores de la cinta es la hermana del protagonista, Saoirse. La pequeña no puede hablar.
La animación, tanto en cine como en televisión, siempre ha sabido explotar la expresividad corporal de un personaje frente a su expresividad oral, o directamente, frente a su peso dialógico. Es decir, el personaje puede ser prácticamente mudo, como ocurría recientemente con Baymax de Big Hero 6 o totalmente, como Mudito en Blancanieves, Gary el caracol de Bob Esponja, Agallas en la serie de televisión Agallas el perro cobarde o Saoirse, en The song of the sea, la cinta que nos ocupa. Tampoco puede hablar aquí Cu, el perro (Cu quiere decir perro en gaélico) ni muchos otros animales. La voz no será requisito para obtener notable peso en la trama, porque gracias a las herramientas de las que dispone el medio, su mensaje quedará claro y el personaje estará definido.
Precisamente esta capacidad del cine para llevar la expresión de un personaje a tan alto nivel encaja con la idea anteriormente mencionada de que una película de animación como esta no es sino la consecuencia lógica de años de evolución tecnológica aplicadas a la narración tradicional.
En un panorama de historias de animación hipervitaminadas, donde lo que abundan son referencias pop y homogeneidad en estilos visuales, The song of the sea es una brisa de aire fresco que permite al espectador tanto plantearse algunos de estos temas (la herencia del relato, su repercusión) y sus consecuencias, o directamente, poder disfrutar. Como un niño pequeño.
En una frase: un fantástico cuento moderno.