El golpe de Estado que pretenden dar Artur Mas y sus aliados es el más grave desafío que sufre España desde el asalto al Congreso en 1981. Tristemente para nosotros, los dirigentes actuales no tienen ni la mitad de valor político que aquellos que protagonizaron la Transición. Con un Gobierno acomplejado, una oposición de chiste y unos partidos emergentes de márquetin oportunista, intentemos sonreír mientras se pueda.
¿Qué podemos esperar de quienes han estado 20 años alimentando a la serpiente nacionalista? Debieron poner a funcionar el Estado de Derecho hace mucho tiempo y aún se lo siguen pensando. No nos vendría nada mal algo más de valentía y menos complejos. Sonrían mientras puedan.