Amanece y los fantasmas de la noche dejan paso a los fantasmas del día. Las pesadillas cambian de aspecto pero siguen siendo igual de aterradoras. Aunque en realidad son más aterradoras a la luz del sol porque uno no tiene dónde esconderse, no hay tinieblas a las que acudir en busca de protección ni amuletos mágicos que te saquen de algún apuro. Aquí estás tú solo, sin la posibilidad de despertar cuando ves que la cosa se pone realmente fea. Es desesperante salir de una pesadilla en la que te persiguen los monstruos y abrir los ojos para comprobar que ya no te persigue nadie pero tienes cáncer.
Casi prefiero seguir huyendo de los monstruosos seres de la noche, que enfrentarme a la monstruosa realidad de cada día.
Pero así es la cosa y no puedo hacer nada para cambiarlo. Lo único que puedo hacer es seguir adelante intentando minimizar los daños colaterales. Si logro hacer eso realmente habré logrado muchísimo porque la gente que me rodea también está viviendo su infierno particular y sé que ellos hacen todo lo posible por mí. Ahora sí que puedo decir que vamos todos a una. Es increíble cómo une la adversidad y cómo nos hace luchar codo con codo por un objetivo común. Me emociona pensar que todos luchan por mí, para que mejore, para que me salve, para que la agonía no sea dolorosa y cruel sino lo más sosegada posible.
Luchan por mí y lo hacen de corazón, poniendo toda su energía en ello. Casi no me lo puedo creer y no dejo de pensar que no me lo merezco. Pero, lo merezca o no, ahí están, día a día, manteniendo sus asuntos y sus vidas pero con un ojo siempre puesto en la mía. Es sobrecogedor. Siento que ni en mil vidas que viviera podría pagarles tanto afecto y dedicación. Pero no voy a vivir ni siquiera otra vida más, así que la única forma que tengo de agradecerles su entrega es aquí y ahora, en esta vida, dure lo que dure y sea como sea.
Yo nunca he sido bueno para agradecer y regalar aunque intuyo que en este caso el mejor regalo para ellos es verme lo mejor posible, por eso debo mantener mi energía bien alta y tratar de “esconder” todos los bajones que pueda. No se trata de mentir, pero sí de disimular un poco y de reír lo más posible. Por eso hablaba antes de minimizar los daños colaterales. Parece la única forma de humanizar esta batalla que ya tenemos más que perdida.
Las fotos corresponden al Rastro de Madrid. Ya he subido otras veces y seguiré haciéndolo porque es un universo inagotable de imágenes y no creo que resulte repetitivo aunque, claro no soy yo quien debe decirlo sino vosotros.
En fin, el caso es que pasé una mala noche y desperté en un mal día pero debo hacer todo lo posible por disimular y que parezca que vivo uno de los mejores días de mi vida así que nada, sonrisa puesta y a la lucha que somos pocos y se va haciendo tarde.