Disculpad el silencio, llevo unos días de esos de Vida En Modo Experto que no se los salta un gypsy. Pero ante las noticias aparecidas recientemente no puedo por menos que venir aquí, mi vomitorio particular, a eso, echarlo todo fuera.
O sea, don Mario, qué decepción.
Sí, sí, eones sin aparecer por aquí y cuando lo hago es para comentar un asunto del cuore. Podéis huir.
Pero es que, entendedme, es muy fuerte. Vale, que cada cual haga con su vida lo que le venga en gana, pero qué fuerte. No he reaccionado aún.
Que fuerte.
Dejadme, dejadme.
Qué fuerte.
No me miréis así, en algo tendré que entretenerme. Que no sabéis lo que ha sido esto y no sabéis lo que va a ser. Y por esto quiero decir 'jaleos políticos de pactos y no pactos en la noble, docta y culta -eso dicen- ciudad de Charrilandia'. Que yo te quiero, que yo también, que tenemos que disimular para que no se nos note, que vamos a marear la perdiz, que mira que me voy con los otros, no te atreverás, a que sí, a que no, a que vengo, a que voy...
Y el futuro de una ciudad de 150.000 habitantes (o por ahí) en manos de unos señores, me-van-ustedes-a-perdonar, que hasta hace cuatro días pintaban menos que Ser Jorah en el lecho de la khaleesi. Lo que viene siendo la nada más absoluta. Pero hace unos meses recibieron la llamada de Naranjito (con todos los respetos, que soy de su quinta), y les dijo mirad a ver, que necesito estructura charra y estos dijeron, oye, pues mira. Y mira. La ciudad tres semanas en un ay a la espera de que hablaran. Los que hace seis meses eran Don Nadie.
Yo estos días he pensado mucho en las madres de estos muchachos, os soy sincera. Recortando ahí las fotos de sus nenes en la prensa, planchando camisas para que fueran decentes a las reuniones, presumiendo a lo loco delante de las vecinas. Esas cosas. Esas madres. Me ha dado mucha ternura. España y yo somos así.
Cambiando de asunto, no puedo por menos que darme una vuelta por Westeros. ¿Qué? ¿Recuperados? Llevaba yo un par de semanas con el 'no se atreverán' en el pensamiento, y mira, se atrevieron. Estaba cantado, la verdad, aunque el soponcio del momento no nos lo quita nadie.
Stannis, hijo...
En fin. Que yo no sé qué hago aquí que no estoy estudiando inglés. Sí, que todavía no lo había dicho. Que tengo examen.
Ay.