Revista Tendencias
Llevar a mi hijo al colegio, desayunar un cruasán en mi bakery preferida, visitar un par de exposiciones de arte, dar un paseo bien abrigada por el centro de Madrid... un plan perfecto para una mañana lluviosa de otoño. Esto fue lo que hice un día concreto de la semana pasada para agotar uno de esos "días de asuntos propios" que hay que gastar antes de final de año. Era jornada laborable pero había pedido el día libre. Viernes, el viernes del Black Friday, un día que han sacado de la manga, no sé quién, para arruinarnos antes de tiempo. Casi la totalidad de las tiendas por las que pasé tenían grandes descuentos. No voy a decir que no piqué con algo: un libro con el mínimo descuento y mi perfume con una grandísima rebaja. ¡¡ Qué suerte lo segundo y que pena lo primero !! Pero en vez de ir a la caza del mejor chollo, como el asunto era propio, el día lo reservé principalmente para visitar la gran exposición del pintor Joaquín Sorolla que se había inaugurado el día antes. Las tiendas abarrotadas y los museos (casi) vacíos. Normal. No esperaba otra cosa en un día así.
No llevaba mi cámara de fotos porque llovía y no sabía con exactitud si permitían hacer fotos en el interior del museo, hacía unos años que no lo frecuentaba, y también, después de esta, tenía pensado visitar alguna otra muestra, una exposición de fotografía de la naturaleza y si me daba tiempo aun otra más, tomar un aperitivo en alguna taberna chula y acabar comiendo en mi espacio gourmet preferido viendo caer la lluvia sobre Madrid desde el ventanal de una novena planta. ¡¡ Por no cargar todo el día con ella... !! que al final pesa. Así que las fotografías que publico aquí de la exposición "Sorolla en París" están tomadas con mi teléfono móvil y están muy lejos de reflejar la luminosidad y la genialidad del pintor valenciano, lo que realmente vi, además mi mirada fotográfica, con una o con otra, en nada es comparable a la mirada fotográfica del pintor que le valió parte de su éxito. El también valenciano escritor Vicente Blasco Ibáñez, tras visitar una exposición de su amigo Sorolla, escribió en 1897 en una crónica publicada en El Pueblo, Diario Republicano de Valencia, publicación que él mismo fundó: "Aquello no es un cuadro, es la realidad." (aunque el propio Sorolla pensase que nunca podría plasmar la luz del Sol como realmente es, que tan solo podía acercarse a la realidad) y siguió con esa frase, tan repetida por significativa, que incluso se puede leer en un panel de la muestra: "…Aquello no es pintar: es robar a la Naturaleza la luz y los colores”.
Antes de llegar a Madrid, la muestra Sorolla en París ha sido exibida en Munich y Giverny ya que esta ha sido coproducida por los museos Kunsthalle de Munich, el Musée des Impressionnismes de Giverny y el Museo Sorolla de Madrid y ha recibido, en estas dos primeras sedes, en torno a los 350.000 visitantes, con gran éxito de crítica y público, lo que demuestra el claro interés que suscitado en estos países, Alemania y Francia, la primera exposición monográfica sobre Joaquín Sorolla que se ha realizado desde las llevadas a cabo por el propio artista en 1906 y 1907. Sorolla fue un pintor con una clara vocación internacional y cosmopolita. Desde sus comienzos quiso convertirse en un pintor internacional, se consideraba una persona adelantada y con ansias personales de superación. Con 23 años visita París con el también pintor Pedro Gil y se siente deslumbrado desde el principio por el naturalismo pictórico y el ambiente artístico que allí ve. Empieza abandonar el academicismo inicial de su obra, a conocer las vanguardias y a entablar relaciones con distintos pintores y mecenas, pocos años después comienza a presentar sus obras en los certámenes internacionales y en el Salón de los Artistas de París, lugar al que todos aspiran en busca de prestigio internacional, "El aplauso extranjero es el que más vale y más ruidosamente suena", escribía también Blasco Ibáñez en la misma crónica antes citada. El reconocimiento internacional de su obra y la posterior consagración final que consiguió con su gran exposición individual en la Galería Georges Petit de París en 1906, fue posible gracias a todos los éxitos cosechados en esta etapa, sobre todo en París, pero estos se debieron sin duda a su talento artístico, su manejo de la luz y el color, el colorido de su paleta, la maestría en la utilización del color blanco, su pincelada suelta, o a su original y moderno estilo. Sigue escribiendo Blasco Ibáñez: "Considero inútil hablar aquí, una por una, de las obras que Sorolla tiene en la Exposición. ¿Para qué? La crítica se ha ocupado de ellas, tributándolas elogios justísimos..." No puedo estar más de acuerdo y desde aquí estas líneas no pretender más que ser una invitación a quien las lea a visitar y disfrutar de esta fantástica e importante exposición que se ha ubicado en el mejor de los escenarios posibles.
Joaquín Sorolla (1863-1923) fue un pintor prolífico, con una producción de unas 4000 obras catalogadas de las cuales se han seleccionado, para esta muestra, una pequeña parte con la que se ha pretendido mostrar el triunfo y reconocimiento internacional del artista valenciano. La exposición Sorolla en París se compone de 66 cuadros pertenecientes a distintos museos, instituciones culturales o colecciones particulares de los cuales algunos de ellos nunca han sido expuestos o presentados en España. Todos estas obras fueron seleccionadas, en su momento, por el mismo Sorolla para ser presentados en los grandes certámenes internacionales como el Salón de París, la Bienal de Venecia o las Sezession de Múnich, Berlín y Viena: obras de estudio, pinturas seleccionadas y presentadas en los grandes salones, escenas a la orilla del mar, tema por excelencia en Sorolla, o en la costa valenciana (me encanta especialmente la serie dedicada a Jávea, una localidad que visito a menudo), paisajes y jardines, los retratos intimistas de su familia...
Sorolla en París se puede visitar desde el jueves 24 de noviembre hasta el 19 de marzo de 2017 en la Casa Museo Joaquín Sorolla que se ubica en número 37 del madrileño Paseo del General Martínez Campos, un edificio que el pintor ideó y ordenó construir para vivir y trabajar, un proyecto personal en el que él mismo participó con el fin de tener a su familia cerca de su lugar de trabajo. Esta casa-museo, que fue la vivienda del pintor y su familia desde 1911, es una de las mejores "casas de artista" que se conservan en Europa. A ella se accede tras pasar tres jardines, diseñados también por el pintor para su disfrute, preciosos en cualquier época del año pero que la lluvia este día había dotado de un encanto especial añadido. Su misión principalmente es conservar y exponer el legado de Sorolla entre otros, con exposiciones temporales y la colección permanente. La exposición que se muestra ahora, se desarrolla entre las salas I y II, que son parte del antiguo almacen, taller y estudio del pintor y en las salas IV, V, VI y VII situadas en la planta primera, en la zona doméstica, a las que se accede tras pasar por el antiguo despacho de Sorolla que aun conserva el mobiliario y la decoración de la época, supone un fascinante recorrido, un fabuloso viaje por ese éxito internacional que logró Sorolla tan justamente merecido.
MUSEO SOROLLA
C/ General Martínez Campos, 37
28010 - Madrid
http://www.mecd.gob.es/msorolla/
Horario:
martes a sábado 9:30–20:00
domingo 10:00–15:00
lunes cerrado
"Sorolla en París": acceso con pase horario
24 noviembre 2016 - 19 marzo 2017
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