Estos mensajes los podría haber lanzado perfectamente alguien como Cayo Lara, por ejemplo, y no tendrían nada de especial, es lo que toca cuando lideras una formación de izquierdas El plus extra de interés lo da el saber que quién así habla no es ningún político, ningún analista económico de corte keynesiano, ni ningún ciudadano cualquiera harto de tantos recortes. El dueño de estas palabras es simplemente una de las veinte fortunas más grandes del planeta. Alguien que ha edificado su riqueza ( 22 mil millones de dólares ) a base de especular en los mercados. Alguien que se hizo famoso por doblegar al todo poderoso Banco de Inglaterra un miércoles negro de septiembre de 1.992. Nos referimos, claro está, a George Soros, el inversor, filósofo y activista político de origen húngaro y nacionalizado estadounidense.
Su vida da para escribir un libro, o dos, desde su adolescencia en la Hungría ocupada por los nazis ( Soros es de origen judío ), hasta nuestros días, donde dedica la mayor parte de su tiempo a viajar y escribir, criticando, y por lo tanto, demostrando de una forma teórica las debilidades del sistema. Pero esto es ahora, antes, saber identificar los puntos débiles fue la clave para conseguir tremendos bocados especulativos en los parqués de todo el mundo. El nombre de Soros está ligado a las crisis financieras de los mercados asiáticos, o a la crisis del rublo en 1.998, amén del famoso miércoles negro ya mencionado.Merece la pena detenerse un momento en este episodio, no tanto por lo que supuso para Soros, la nada despreciable cifra de 1.100 millones de dólares, sino porque con su operación, Soros demostró a los políticos tercos que de vez en cuando hay que hacer caso a algunas voces autorizadas, especialmente cuando éstas denuncian los malos planteamientos económicos y los errores evidentes. No hacerlo puede salir caro, muy caro, y eso es precisamente lo que le paso al Gobierno de John Major, que fue testarudo y tuvo que pagar por ello.
En 1979 se puso en funcionamiento el SME o sistema monetario europeo, o ectodermo del euro. Básicamente este sistema establecía:
- una moneda de referencia, denominada ecu, que constituía una "cesta" de todas las monedas de los Estados miembros;
- un mecanismo de tipos de cambio según el cual se atribuía a cada moneda un tipo de cambio vinculado al ecu y se permitía que los tipos de cambio bilaterales fluctuasen dentro de un margen del 2,25%; y
- un mecanismo de crédito: cada país transfería el 20% de sus reservas de divisas y oro a un fondo conjunto.
Inicialmente Gran Bretaña optó por no jugar al SME, a Margaret Thatcher no le gustaban los juegos europeístas. Pero ya en el ocaso de su mandato, y con su liderazgo en sus horas más bajas, en octubre de 1990, Gran Bretaña entró con su moneda, la libra esterlina, en el SME con un tipo de cambio fijo de 2,95 respecto al marco alemán. En realidad, se trataba de buscar una solución de emergencia a una inflación que desde hacía un año se había disparado al 7,9%, y que en 1.990 no se conseguía controlar. Once años para entrar, y sólo dos para salir, ese puede ser el resumen de lo que a continuación pasó.
Debido al proceso de reunificación ( caída del muro de Berlín, 10 de noviembre de 1.989 ) el Bundesbank alemán elevó por esa época sus tipos de interés, con el fin de contener la inflación ( Alemania y la inflación ), lo cual atrajo a los inversores de todo el mundo, haciendo mucho más apetecible poseer marcos que no otras monedas europeas, especialmente la de países con economías apuradas, como era el caso británico, o español o italiano ( casi siempre los mismos actores ). Era claro que el marco debería cotizar mucho más alto que la libra, pero por pertenecer al SME eso no podía pasar. Para poder vencer las tensiones que el SME introducía en una unión económicamente asimétrica, el Gobierno Británico se vio obligado a subir mucho sus intereses, provocando así una recesión económica que afectó, especialmente, como no, al mercado inmobiliario.
Y aquí es donde vuelve a entrar en escena el que daba pie a este artículo, George Soros. Él sabía que tarde o temprano la libra acabaría teniendo que devaluarse, ya que no hacerlo, llevaba a los británicos directamente al precipicio. Así que su estrategia fue pedir prestadas una cantidad enorme en libras y cambiar ese dinero por marcos alemanes. Soros sabía que la libra iba a bajar en breve y que por un marco le devolverían muchas más libras de las que había comprado. Así de sencillo, así de fácil. El 16 de septiembre de 1.992, el Gobierno de Mayor subió los intereses al 15%, no recibiendo una respuesta adecuada por el mercado, el cual sabía que era una medida desesperada para salvar artificialmente la moneda. Fue el último intento, Gran Bretaña tiró la toalla y anunció su salida del SME. La libra cayó y Soros se hizo un poco más rico, cambiando sus marcos por un montón más de libras que las que inicialmente había pedido prestadas.
Esta historia tiene ya veinte años, pero para nada está pasada de moda. Es más, mientras la reescribía he llegado a padecer durante algunos instantes de pérdida transitoria de la conciencia temporal, y es que ya no sabía si lo que escribía pertenecía al pasado o al presente. Hay tantas similitudes, y tanto que analizar, que uno se llega a preguntar cosas tan absurdas como, ¿ y si en el fondo, los mercados no son los malos de la película, sino que es así como los políticos quieren que se les vea, para poder así justificar los malos efectos de sus malas políticas ? Qué tontería, los mercados son malos por definición, y los políticos ..., bueno, los políticos son políticos.