A veces, cuando muelo el potaje (la expresión correcta para el acto de triturar las verduras en la elaboración de crema) se me escapa un trozo de papa. Involuntariamente. Pueden ser la prisa, la escasa potencia de la batidora o, no es descartable, la pereza que me caracteriza. A mi madre también le pasaba (no le he preguntado nunca sus motivos) y ya desde niño me encantaba la sorpresa. La de encontrar, en medio del aburrido potaje molido (ahora exquisita crema de verduras), un pedazo de papa, en perfecto punto de cocción, rompiendo la monotonía líquida. Dejar adrede un trozo de papa sin moler no me sale bien. Ni me sabe igual.
Algo así sentí cuando descubrí el Nacho Martín Project: una sección dentro del podcast Los hermanos Podcast, de Noel Ceballos y El Hematocrítico. A Hemato ya lo conocía. De Drama en el Portal, El Hematocrítico de Arte y A-Cero Azul. De alguna columna o colaboración en radio sobre educación. No me sorprendió que tuviera un podcast. Tampoco que lo tuviera desde 2012, cuando yo, aunque tenía un programa de radio en internet, no sabía qué era un podcast. Hemato era una mente privilegiada, un pionero, un culo inquietísimo. Sí me sorprendió que existiera el Nacho Martín Project, la sección destinada a comentar, uno a uno, todos los capítulos de la serie Médico de Familia. Me sorprendió aún más cuánto me gustaba la sección. Era esa papa blanda pero firme, bañada en crema, que me alegraba el bocado. Una hora (y pico) de risas escandalosas, de escándalo risible al comprobar cómo eramos hace menos de treinta años (inocentemente machistas, homófobos y racistas; una vergüenza ajena muy propia).
Hemato, Miguel Ángel López González, murió de un infarto el pasado noviembre, con 47 años. Muchas veces he pensado que no tiene por qué ser raro que la muerte de alguien que no has conocido en persona te afecte tanto o más que la de un familiar. Ninguna vez lo he sentido tan intensamente como con la muerte de Hemato. ¿Pero qué podía decir yo? Si ya lo sentía Internet en pleno (podemos decir sin temor a equivocarnos que Hemato se inventó el Twitter bueno, ese que ya no existe sin él). Si ya lo decían tantísimos amigos suyos con mejor pluma ( su hermano Podcast, o Nacho Vigalondo, por ejemplo).
El problema es que ya han pasado unos meses y el otro día, despistado, aburrido, desmemoriado, pensé que ya tenía que haber salido nuevo capítulo del Nacho Martín Project y me apetecía mucho escucharlo.
A veces las sorpresas no son un trozo de papa en el potaje. A veces son una piedra en las lentejas.