Sortu no es ETA

Siete magistrados de la Sala 61 del Tribunal Supremo han llegado, tras largas deliberaciones, a la misma conclusión que la inmensa mayoría de la sociedad vasca: Sortu no es ETA. Lamentablemente, sus argumentos nos han sido suficientes para convenencer a sus compañeros y el auto final, dado a conocer ayer, reitera, con la misma vehemencia con la que lo haría Mayor Oreja, que “la banda terrorista ha gestado, alentado y tutelado la estrategia de Batasuna de crear un nuevo partido político, así como la puesta en escena del mismo, incluido el rechazo formal de la violencia“.  Es posible que ni ellos mismos se crean esta teoría,  pero a fuerza de repetirla terminan por pensar que sus mentiras son grandes verdades.  Los hechos y la razones cuentan menos que las sospechas, las conjeturas o las convicciones personales. En este caso, como en otros muchos, no se juzgan pruebas sino indicios no fundados. Sortu es una nueva formación, que responde a todas las exigencias que impone la ley de partidos y por tanto actúa en el marco del estado de derecho.   Sin embargo,  en esta ocasión la sinceridad de la apuesta de la izquierda abertzale por las vías políticas y democráticas cuenta menos que la voluntad de quienes quieren consolidar unas instituciones hechas a su medida,  en las que el juego de mayorías y minorías responda a intereses políticos y partidistas, vinculados al reparto de poder y a la conformación de gobiernos que no existirían si Sortu pudiese concurrir a las elecciones.