Hace unas semanas les conté la historia de mi desgracia capilar en Cerini y como casi me quedo pelada. Pues bien, la historia no termina ahí. El pelo quedó opaco, poroso, lleno de frizz, se caía de a mechones y era imposible peinarlo. La mejor opción siempre es cortarse el pelo, pero en ese momento me negaba a raparme, así que decidí hacer uso y abuso de varios productos. En el post de hoy les cuento todo lo que usé:
Mi primera preocupación era parar la caída. Pequeño problema si tenemos en cuenta que el stress lleva a la pérdida de pelo: como se me cae, me pongo nerviosa, si me pongo nerviosa, se me cae más, entonces me pongo más nerviosa y así sigue el círculo vicioso. Es casi imposible tranquilizarse, pero hay que hacerlo. Luego de llorar y descargarme, decidí que lo mejor era recurrir a algunos amigos que se consiguen en farmacias:
Mi dermatóloga me recomendó usar una loción capilar llamada Anagen 5% con Minoxidil para frenar la caída. En el envase dice que es "sólo para hombres", pero no hay que darle importancia, también podemos usarlo las mujeres. Se puede usar todos los días a la noche. Al día siguiente hay que lavarse el pelo porque lo deja todo duro y pegoteado. Ese tratamiento lo combinaba con el Serum Anticaída con Quinina de Klorane a la mañana, sobre pelo húmedo, con un aroma un tanto fuerte, pero con una textura más amigable que el Anagen.
También empecé a tomar unas pastillas llamadas Recupel, con L Cistina, que ayudan a frenar la caída y fortalecer el (poco) pelo que me quedaba.
Con el paso de las semanas se empezó a normalizar la situación y a mitad de febrero ya era muy poco pelo el que se caía.
Como mi marido había comenzado sus vacaciones y no íbamos a irnos a ningún lado, también me tomé los primeros 15 días de enero para hacerme mascarillas con aceites todos los santos días.
Antes de lavarme el pelo endurecido por el Anagen, me hacia una mascarilla hiper nutritiva y natural: 1 yema de huevo + varias cucharadas de aceite de oliva y coco (las cantidades varían según el largo del cabello, yo en esa época tenía un bob) . La dejaba unos 15 minutos en la cabeza y retiraba con un shampoo muy suave. Esa mascarilla me devolvía un poco de suavidad a un pelo que parecía una lija.
Días después empecé a agregarle a esa mezcla un poco de aceite de ricino (que evita la caída y estimula el crecimiento) y una cucharada de Superbly de Kiehl's.
Para retirar las mezclas de Anagen y los aceites, los primeros días usé un shampoo sin sulfatos ni siliconas como el Morphosis de Framesi. Cuando mi cuero cabelludo dejó de estar tan sensible, empecé a usar la línea Pro Fiber de L'Oréal que había usado hacía un tiempo y me quedaba un poco de suero, mascarilla, ampollas y shampoo. En verdad me habría convenido usar la línea violeta (Reconstruct), pero tenía en casa la azul... así que no me iba a poner en exquisita, ya bastante tenía con los reproches de mi marido por haber gastado tanto para quemarme el pelo y seguir gastando para tratar de salvarlo.
Cuando el cuero cabelludo se recuperó, empecé a usar el shampoo Anabolic Maxx de Otowil, con sulfatos y con muy pocas siliconas. Antes de usarlo le agregaba unas gotas de aceite de coco u oliva, para volverlo más nutritivo.
Con el cuero cabelludo recuperado y la caída del pelo bastante neutralizada, empecé a hacerme otras mascarillas reparadoras cada 2 o 3 días: a las naturales que les conté anteriormente les agregué una de manteca de karité de
René Furterer (que rinde muy poco pero es realmente muy nutritiva). También usé la mascarilla de Inoa Color, que si bien la recomiendan para fijar el color, tiene aceite de argán y té verde, dos ingredientes nutritivos y que evitan la caída del cabello. Y la mascarilla de Pro Fiber ayudó muchísimo a recuperar la suavidad. Mi pelo se enamoró de la mascarilla Anabolic Maxx de Otowil, con una cantidad increíble de nutrientes e ingredientes reparadores (prometo hacerle un post, se lo merece). La encontré en Tomassa una tarde mientras buscaba nuevos productos para agregar a mi rutina, y desde el segundo uso me gustó mucho el resultado. Ni que hablar del precio: un pote bien grande y generoso a $200.A principios de febrero empecé a irme a dormir con un blend de aceites en el pelo: ricino, coco y almendras. La proporción era: 50% ricino para estimular el crecimiento, 25% coco para nutrirlo y 25% almendras para nutrir y alivianar la densidad del aceite de ricino. Todavía no sé como mi marido no se divorció: la loca que lloraba por su pelo se iba a dormir con la cabeza llena de aceite. Una belleza. Ni les cuento como me quedaban las almohadas.
El pelo estaba mejor, pero las puntas se notaban resecas y porosas. Sólo si tenía que ir a un evento me colocaba un poco de Socorro Capilar de Otowil, pura silicona. Eso me ayudaba a no tener frizz y conseguir brillo. Para el resto de los días usaba el serum Pro Fiber o el aceite Superbly de Kiehl's.
Durante estos meses tuve 2 cortes de pelo: el primero en Cerini y el segundo me lo hice para retirar gran parte del largo; muy a mi pesar, tuve que volver a un pixie con flequillo. Soy consciente de que me hace falta sacar más pelo destruido, pero como no quiero tener el pelo tan corto estoy esperando a que crezca un poco más (aceite de ricino mediante) para hacer el último y definitivo corte que retire lo último que queda.
Mientras espero hasta la próxima luna llena, aplico todas las noches un poco de suero Mythic Oil de L'oréal Professionnel para fortalecer el cuero cabelludo y Serioxyl, también de L'Oréal Professionnel para engrosar el pelo tan fino y sin vida.
Sé que usé muchos productos, algunos ya los tenía desde antes y otros los compré. Todos me ayudaron, pero sé que lo que realmente ayuda es cortar. Hay que deshacerse de ese pelo, no queda otra.
Ah, a todo esto: #BesitoACerini.