Por Toby Valderrama y AntonioAponte
Es extraña la mente de los políticos. Quizá en psiquiatría existe una corriente llamada “psiquiatría política”, sería una de las ramas más importantes de esa ciencia. Allí se estudiaría la psiquis de los gobernantes, de la oposición, el comportamiento de la masa.
Dicen los teóricos que la guerra es la política por otros medios, y añaden que la esencia de la guerra es el engaño, de donde se deduce que la política es la ciencia de la trampa: se trata de confundir al adversario, hacerle creer lo que no es. Si estamos fuertes parecer débiles, si somos débiles roncar como fuertes, si vamos a atacar que parezca que dormimos. Hasta aquí todo comprensible.
Pero los políticos no se comportan de esta manera, usan el engaño pero contra ellos mismos: el político vive engañando y se cree la farsa, allí está la enfermedad, que podríamos llamar, provisionalmente, “esquizofrenia política”.
¿Por qué la política burguesa tiene estas características?
Para responder debemos tener en cuenta que las formas políticas están relacionadas con una determinada sociedad, son entraña de ella, y precisar que desde que surge la división de la sociedad en clases, la propiedad privada de los medios de producción, la sociedad humana entró en un periodo de perturbación mental que trae como consecuencia desligarse de la realidad. Es sobre esa mente, enajenada, demencial, que se fundan los regímenes de explotación. Así se explica que los sacerdotes usurparan la autoridad de Dios, o los gobernantes se proclamaran caudillo “por la gracia de Dios”, o hitler manipulara un gran segmento de Alemania, y más reciente, que un gobierno derrumbe sus edificios emblemáticos, las torres gemelas, asesine a miles y culpe a un ente difuso que llaman “terrorista”, todo para justificarse.
Es así, esta sociedad, el capitalismo que es su culminación, surge de la “esquizofrenia social”, fundada sobre un engaño, en una gran mentira, y para justificar esa mentira se ha construido todo un andamiaje de falsedades creídas por todos. La cura de la peste capitalista, la sanación de la humanidad, reside en el Socialismo. No fue un desliz que Fidel ubicara al “no mentir jamás” como parte esencial de la definición de Revolución. Es así, la Revolución es la lucha contra la mentira, es develar la gran mentira que es el capitalismo e instaurar el Reino de la Verdad.
A qué viene toda esta disquisición teórica que parecería inútil a muchos políticos (no a los Revolucionarios). Se trata de alertar sobre la manera de hacer política, la Revolución debe ser: no mentir jamás, respeto profundo a la credibilidad, rescatar la conexión de la realidad con el pensamiento, enfrentar la realidad, conocerla, única manera de transformarla.
Sospéchese de una Revolución donde todo sale bien, que no tiene errores. Sospéchese de una Revolución donde el fracaso es pecado mortal, que hace eventos nacionales sin una mancha. Sospéchese de una Revolución sin discusión, sin objeciones, sin crítica. Sospéchese de una Revolución con dirigentes que construyen un falso mundo donde todo es victoria, y además se lo creen.
Algo anda mal en ella, tiene en sus raíces el germen de su destrucción: ¡la mentira, el engaño! Está padeciendo de la enfermedad de la política burguesa.
“Y para el cruel que me arranca el corazón con que vivo, cardo ni ortiga cultivo; cultivo la rosa blanca”. (Martí)
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