Han pasado 16 años desde la misma fecha de 2005, que he elegido como recordatorio y revisión de lo que escribía entonces. Trataré de reproducir cada día mi crónica de hace esos años, así que mañana será la del día siguiente, y así sucesivamente.
Los dueños de las mansiones de Sotogrande están indignados y humillados porque van a tener como vecina dentro de las 1.800 hectáreas de su paraíso a la familia de Jesulín de Ubrique, la Janeiro, que se llevará con ella esa España de alpargata, desgarro, caspa y nueva riqueza que tanto detestan.
Posiblemente porque no les gusta mirar hacia atrás y ver de dónde vienen ellos mismos, aunque nunca pasaron los peligros de Jesulín ante los toros ni recibieron cornadas que merecen más respeto que muchos de sus negocios.
Ese Sotogrande, hermoso Cádiz rico, es la recreación andaluza de Pacific Palisades o Santa Bárbara, que a su vez son recreaciones americanas de la España que llevó a California el balear fray Junípero Serra.
Imitaciones de imitaciones: imitaciones de imitaciones de aristócratas y aristócratas que imitan a los imitadores de los aristócratas.
Llegan Jesulín y los suyos a Soto y Grande, y sus habitantes braman porque creen que una banda de desarrapados va a invadir su espacio. Pero si usted los mira verá que, con o sin títulos, son abogados que han hecho fortuna defendiendo a los seres más abominables del planeta, como los narcotraficantes y los traficantes de armas; son banqueros y especuladores que han arruinado a miles de familias, y, cómo no, narcotraficantes y traficantes de armas. Y son numerosas damas cuyo cuerpo algún día tuvo cotización.
Hay gente honorable, ciertamente. Pero abunda menos que la otra en ese mundo tan exclusivo. Gente que calla y no se escandaliza de que la familia Janeiro se coma una tortilla de patatas, unos filetes empanados y beba tinto de verano dando grandes gritos al borde de su piscina.
Dentro de tres generaciones, los Janeiro, ya serán refinados, y como habrán adquirido la pátina de sus actuales vecinos, también protestarán contra la llegada de cualquier nuevo Janeiro.