Revista Opinión

Soy ateo y soy bueno (II)

Por Beatriz
autor: blog Agua Viva
En el post anterior tratamos la cuestión del hombre sin fe y sin gracia que puede realizar obras honestas o moralmente buenas.
Existen ateos que pueden realizar obras honestas o moralmente buenas, y si esas obras son producto de una moción de la gracia, o no, nadie lo puede saber ni asegurar..
Puedo presentar un elenco de ateos y agnósticos que son intelectualmente honestos:
- Bernard-Henri Lévy reclamando protección y libertad de culto para los cristianos perseguidos.
- Bruce Sheiman, también ateo, ha escrito un libro: "Un Ateo defiende la Religión: Por qué a la Humanidad le ha ido mejor con la Religión que sin ella" (Alpha Books)
- El agnòstico Giuliano Ferrara, director de Il Foglio: El periodista ateo que cree en la fe de Benedicto XVI
quien también ha escrito un artículo desmontando las acusaciones del «The New York Times» contra el Papa Benedicto XVI
- El ateo español Gustavo Bueno que se autodefine como un ateo católico...
http://www.youtube.com/watch?v=c07JuehWeTs&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=x-Qh9s2pYk8&feature=player_embedded
Pero esto no quiere decir que todos los ateos pueden realizar obras moralmente buenas. Afirmar esto sería igual que afirmar que todos los que se dicen cristianos son honestos...."no todo el que diga 'Señor, Señor' entrará en el reino de los cielos" (Jesucristo).
No podemos olvidar las atrocidades de ateos como Stalin  o Mao Tse Tung.
Del cruel Stalin se dice que probablemente fue responsable de más miseria humana y de más muertes que ningún hombre en la historia, con la posible excepción de Hitler y Gengis Khan.
En un buen libro de historia pueden hallar la historia de "la plaga del hambre" o hambruna provocada por Stalin.  Se calcula que siete millones de personas murieron de hambre,  superando en cifras altamente a la Inquisición.
La breve historia de la hambruna es, en resumen, ésta:
El plan quinquenal incluía la "colectivización" del campesinado.  Rusia, un país predominantemente industrial poseía, en 1927, casi veinticinco millones de haciendas agrícolas; el plan de Stalin consistía en unirlas en granjas colectivas socializadas.  Los campesinos entregarían sus utensilios y ganado al administrador de la granja y trabajarían en común en haciendas comparativamente grandes en vez de haciendas muy pequeñas, con la ayuda de tractores proporcionados por el Estado.  Esa era la idea.  De ella dependía el futuro del socialismo en la URSS.
Lo que ocurrió fue que los campesinos, amargamente indignados, llevaron a cabo dos resistencias importantes al enorme proceso forzoso de colectivización: en primer lugar, mataron su ganado, antes que entregarlo a las granjas colectivas.  Fue un acontecimiento trágico y extraordinario, aunque no tan trágico como la plaga del hambre humana posterior.  Los campesinos no estaban organizados carecían de comunicaciones; sin embargo, en cientos de pueblos, separados por cientos de kilómetros, se inició una destrucción simultánea de los animales.  Antes que hacer entrega de sus preciosos cerdos, ovejas, vacas a las autoridades de las granjas colectivas, los campesinos prefirieron darles muerte.
El costo fue terrible.  Stalin lo admitió cuatro años más tarde.  La economía agrícola de la Unión Soviética sufrió un golpe del que se recuperará totalmente hasta 1940 aproximadamente; será necesario todo este período de tiempo para recuperar el ganado asesinado.  Pues la matanza, una vez iniciada, progresó rápidamente hasta alcanzar aproximadamente el cincuenta por ciento de los animales de la Unión Soviética. (...)
Los campesinos sorprendidos por la catástrofe, se hundieron en un estupor temporal.  El Gobierno -cuanto estuvo hecho lo peor- se retiró rápidamente.  Probablemente Stalin no comprendió la formidable extensión de la matanza hasta que fue demasiado tarde...El ritmo de colectivización había sido demasiado rápido.  El plan proclamaba la colectivización total solo al cabo de diez años, pero en el plazo de dos años, en 1930, se había colectivizado un 65 por ciento de las granjas.  Por tanto, se disminuyó el ritmo.
Incluso así, en 1932, los campesinos volvieron a rebelarse, en una inútil protesta final.  Como por acuerdo subterráneo, otra epidemia psíquica se extendió por los ricos campos del Cáucaso y de Ucrania.  Los campesinos, los que aún no estaban colectivizados, recibían precios miserables; o bien no podían comprar ningún artículo manufacturado, o solo bienes de mala calidad.  Elaboraron un plan.  Habían sembrado la cosecha, que era abundante; pero decidieron no cosecharla.  Cosecharon exactamente lo que calcularon que necesitarían para sí mismos durante el invierno y dejaron que el resto se pudriera: "¿Para qué esclavizarse produciendo una hermosa cosecha, si el Estado simplemente se apoderaba de ella?"
Se trataba, evidentemente, de un amonitamiento.  No era solo un desafío a Stalin; era la amenaza de someterle por el hambre.  El Gobierno soviético necesitaba cereales para distribuirlos en las regiones industriales y en las grandes ciudades; necesitaba cereales para la exportación, para pagar la maquinaria que tenía que importar para el plan quinquenal.
Incluso los campesinos ya colectivizados dejaron que se pudriera su cosecha.  Había pocos supervisores comunistas, pocos administradores preparados y leales.  A Moscú llegó la voz de que la cosecha, que debía ser hermosa, se había perdido en su mayor parte.  Stalin comprendió que se trataba de una gran crisis.  Si se permitía que los campesino continuaran adelante con ello, la revolución estaba derrotada. ("Las clases decadentes no desaparecen voluntariamente", le dijo a Wells).  Tenìa que actuar.  Y actuó.
Los recolectores de cereales del Gobierno descendieron a las granjas, llenas de malezas, y se apoderaron de la pequeña parte de la cosecha que los campesinos habían conservado ¡para su propio consumo! Una por una, visitaron cada hacienda y recogieron cada onza de cereales que se debía al Gobierno en impuestos.  Si la cosecha normal de un hombre era, por ejemplo, sesenta fanegas, el impuesto podía ser de veinte fanegas.  Pero el campesino solo había cosechado, por ejemplo, veinticinco fanegas, o sea que cuando el Gobierno se llevaba veinte, al campesino y su familia solo le quedaban cinco -en vez de veinticinco- para vivir durante todo el invierno y la primavera.
La economía rusa aún es sumamente primitiva.  La cuestión de los cereales, el pan, es una cuestión de vida o muerte.  Cuando se acabaron los cereales, la gente comenzó a morir.  El Gobierno podría haber retirado un poco de cereales de las ciudades -aunque ese fue un año de hambre en todas partes- para alimentar a los campesinos.  Pero el Gobierno no lo hizo.  Stalin decidió que los campesinos debían ser castigados por su rebelión.  Se habían negado, ciega, estúpidamente a proporcionar cereales; muy bien, que se murieran de hambre.  Y se murieron de hambre. [Se calcula que fueron siete millones de personas, entre adultos y niños, los que murieron de hambre]
Entre tanto, los "kulaks" habían sido liquidados por un proceso más directo.  Eran campesinos de capacidad o riqueza superiores a la media: campesinos capitalistas, "enemigos de clase del frente agrícola". En 1928, había 750,000 personas clasificadas oficialmente como kulaks en la Unión Soviética.  Actualmente no hay uno.  Fueron arrancados como árboles, metidos en trenes-prisión y enviados a campos de trabajo en regiones alejadas del país, obligados a trabajar en la construcción de ferrocarriles y en el dragado de canales.  (Líderes del siglo XX - John Gunther)
Los campesinos intentaron rebelarse.  La rebelión podría haber hundido a la Unión Soviética.  Pero sucumbieron ante la crueldad de Stalin.
Portada de la revista soviética de 1922 Bezbozhnik ("El ateo"):
Soy ateo y soy bueno (II)
El ateismo de estado en la Unión Soviética se denominó "gosateizm" y fue basado en la ideología del Marxismo-Leninismo, como el mismo padre fundador de la Unión Soviética V.I. Lenin lo expresa:
La religión es el "opio del pueblo": este aforismo de Marx es la piedra angular de toda la ideología marxista sobre religión. Todas las religiones e iglesias modernas y las organizaciones religiosas son consideradas por el marxismo como órganos de la burguesía reaccionaria, usados para preservar la explotación y la estupefación de la clase trabajadora.
Tan sólo un año después de la revolución socialista, el estado había expropiado todas las propiedades de las iglesias y en el periodo comprendido entre 1922 y 1926, veitiocho obispos ortodoxos y más de mil doscientos curas fueron asesinados (un número mucho más grande fue objeto de persecuciones).
En las décadas de 1920 y 1930, organizaciones como la "Liga de los Militantes Sin Dios" (en inglés: "League of the Millitant Godless") ridiculizaron y amenazaron a los creyentes. El ateísmo se propago a través de las escuelas, organizaciones comunistas (como la "Organización de los Jóvenes Pioneros" - en inglés: "Young Pioneer Organization" -) y los medios de comunicación. Aunque Lenin introdujera el calendario gregoriano en la Unión Soviética, los posteriores intentos por re-organizar la semana para mejorar la eficiencia de los trabajadores con la introducción del Calendario Soviético Revolucionario tuvo la consecuencia de que "los días de vacaciones raramente coincidían con el Domingo"
La Iglesia Ortodoxa Rusa, que tuvo 54,000 parroquias antes de la Primera Guerra Mundial, se vio reducida a 500 parroquias en 1940. Aunque Rusia era mayoritariamente cristiana, de acuerdo al World Factbook en la actualidad sólo entre el diecisiete y el veintidós por ciento pueden considerarse cristianos.
¡Siete millones de muertos! (sin contar los "kulaks" y los sacerdotes y obispos) y una de las muertes más terribles y crueles:  hambruna.  Stalin pudo evitarlo, pudo hacer algo, y no lo hizo. Mientras él se sentaba a la mesa para comer, millones morían de hambre.  En la Inquisición española se calcula 5,000 a 7,000 muertos en 350 años!....¿dónde están los millones de muertos por la Inquisición? Y si quieren más información sobre el saldo de muertos que ha dejado el comunismo hasta ahora lean: El libro negro del comunismo (pueden descargarlo aquí) cuyos autores calculan alrededor de cien millones de muertos!
Alrededor de la Inquisición ha sido tejida toda una propaganda anticatólica promovida por protestantes al aparecer la imprenta, una leyenda negra, de la que aún no podemos librarnos por la ignorancia de las personas.  No se puede negar errores o excesos, pero en sí misma la Inquisición fue más benigna que cualquier otra institución de la misma época.  Sin ir muy lejos fue mucho más benigna que los Inquisidores protestantes que asesinaron tres veces más brujas, herejes o personajes excéntricos.
Sin embargo, Richard Dawkins dice que las atrocidades de Stalin fueron inspiradas por su dogmática y doctrinaria lectura del marxismo,más que por su ateísmo.... No obstante, tiene la desfachatez de conjeturar que la temprana formación religiosa de Stalin en la Iglesia ortodoxa fue lo que le habría enseñado a reverenciar la fe ciega, la autoridad férrea y la creencia de que el fin justifica los medios.  Es verdad que Stalin ingresó a un seminario de la Iglesia ortodoxa, pero fue expulsado, así que no se explica qué es lo que pudo aprender de una institución de la que mas bien podría guardar resentimiento y rechazo...Lo que intenta Dawkins es librar de la carga de responsabilidad por las muertes a un régimen político ateo como el comunismo.  No es un secreto que el ateísmo de estado se ha impuesto en países comunistas principalmente, como la antigua Unión Soviética, China, Albania comunista, Afganistán comunista, la República Popular de Mongoli y Corea del Norte, y que en dichos regímenes el ateísmo era considerado intrínseco al comunismo.
No voy a caer en simplificación y falacias, como Reductio ad Hitlerum, en las que incurre Dawkins: Los musulmanes que destruyeron las Torres Gemelas de Nueva York eran seguidores de una religión; por lo tanto, la religión es mala.
Ni todos los ateos son buenos, ni todos son malos.  Como decía Jesucristo: "por sus obras los conocerán", individualmente, no colectivamente.  Citando a André Comte-Sponville, no es la fe o la falta de fe lo que impulsa las masacres, es el fanatismo, es la intolerancia, es el odio.

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