Beata María Gabriela Sagheddu, virgen trapense. 23 de abril.
María Gabriela nació en Cerdeña, en la población de Dorgali, el 17 de marzo de 1914. Vino al mundo en una familia de campo, que se ganaba la vida cuidando el ganado de un terrateniente. Muy pequeña perdió a su padre y tuvo que apoyar a la familia trabajando como los mayores.Desde adolescente se comprometió con su parroquia en la actividad apostólica. Fue catequista, asisía diariamente a misa, formó parte de Acción Católica. Poco a poco, y con la ayuda de su director espiritual fue teniendo más vida de oración, meditación, comunión diaria. Aunque en un principio no se veía inclinada a la vida religiosa, rechazó varios pretendientes. Y no le faltaban pues fue una mujer muy bella. Pero ella, no deseosa del matrimonio por el momento, fue desechándoles. A los 21 años, luego de un profundo discernimiento, entró en el monasterio cisterciense de Grottaferrata, en septiembre de 1935.
Fue una religiosa dócil y obediente, pero no porque esto no le costara, sino porque vio en la obediencia perfecta el modo de ser santa. aún sin tener aptitudes para el canto, cosa importante en la vida monástica, aceptó obedientemente ser monja de coro, con la esperanza de que la obediencia supliera su deficiencia. Diría en alguna ocasión: "He entendido realmente que glorificar a Dios y el ser víctima no consiste en hacer grandes cosas sino en el total sacrificio del propio yo". En una de sus cartas se lee: "Es una gran gracia vivir en el monasterio, donde todas las acciones, aún las más simples, cuando se hacen por obediencia, aportan un gran mérito".
En 1937 emitió sus votos monásticos, imbuida en un movimiento espiritual, promovido por el abad Couturier, que buscaba trabajar y orar por la unidad de los cristianos. Por ello tomó el sobrenombre religioso de "de la Unidad" . En 1938 el monasterio de María Gabriela celebró un Octavario por la Unidad de los Cristianos, que terminaría el 25 de enero (es el origen del Octavario que hoy celebra la Iglesia toda). Al término, María ofreció a Cristo su consagración religiosa por esta intención. Días más tarde pidió a la abadesa María Pía Gullini poder ofrecer su vida entera por la consecución de una sola Iglesia. "Siento que el Señor me lo pide. Me siento impulsada a ello incluso cuando no quiero pensar en ello", dijo a la abadesa. Esta, de acuerdo a su confesor, le autorizaron el ofrecimiento. se preparó a este con una confesión general, varios días de penitencia y ayuno, y constante oración.
Poco tiempo después, en la cuaresma de ese mismo año, supo que su holocausto había sido aceptado: se sintió débil y se le desató la tuberculosis. confesaría a su director espiritual: "desde el día de mi ofrecimiento, no he pasado un sólo día sin sufrir. Soy feliz por poder ofrecer algo por amor de Jesús". El último año de su vida, marcado por el sufrimiento, fue fecundísimo. Dio excelentes ejemplos de paciencia, caridad y oración a quienes la cuidaron. Cada una de sus penas las ofreció por la unidad de todos los cristianos.
María Gabriela entró a la paz del cielo el 23 de abril de 1939, con 25 años de edad y 3 de vida religiosa. Su ejemplo pronto fue tomado como referente por los movimientos ecuménicos cada vez más pujantes en los años 40 del siglo XX. En 1946 se publicó su primera biografía, lo que la hizo más conocida aún, y admirada incluso por protestantes y anglicanos. Su monasterio también tomó su legado, abriéndose al ecumenismo, dialogando con otros cristianos y organizando encuentros de oración cada año. Pero era demasiado pronto para ello, y Roma reaccionó en 1951 deponiendo a la abadesa y regañando fuertemente a la comunidad.En 1957 las reliquias de María Gabriela se trasladaron al monasterio de Vitorchiano, luego de la supresión de el de Grottaferrata. El papa Juan Pablo II la beatificó el 25 de enero de 1983. Era el último día, como no, del Octavario de oración por la unidad de los cristianos.
A 23 de abril además se celebra a
San Juan de Holar,
obispo
San Ibar de Beggeri,
obispo