Su nacimiento perforó el molde del futbolista francés. Lejos de la diplomacia de Platini y otros nombres, Eric Cantona fue un símbolo del mal genio y la ironía. Lo demostró en la conferencia post suspensión por pegarle una patada a un hincha. “Las gaviotas siguen al barco, porque saben que acabarán cayendo sardinas al mar”, reflexionó ante las miradas incomprensibles. La sentencia enigmática, junto a los goles míticos en Manchester United, llevaron a Cantona al cine. “Su juego estaba lleno de sorpresas e improvisaciones. Era un rebelde”, enfatizó Ken Loach, director de Buscando a Eric. Y ahora, ese carácter combativo impulsó al francés a presentar su primer documental, Los rebeldes del fútbol, en el que relata las historias de jugadores que lucharon por la paz y la democracia en sus países. El chileno Carlos Caszely, el brasileño Sócrates, el bosnio Predrag Pasic, el argelino Rachild Mekhloufi y el marfileño Didier Drogba son los elegidos de Cantona. El hombre que ve en el fútbol mucho más que el destino de la pelota. Tal como dijo semanas atrás, al presentar su trabajo en el Festival de Sarajevo. “Creo que el fútbol puede ser una educación extraordinaria para la gente. Es un juego que une a diferentes personas y atrae los unos a los otros. Cuando pensás de esa manera, cuando educás así a los niños, para que sean de mirada abierta, entonces eso es brillante”.