Revista Cultura y Ocio
Os preguntaréis qué ha pasado con Soy un gato de Natsume Soseki, cómo es posible que lleve tanto tiempo con él si habitualmente devoro los libros. Pues sí, lo reconozco, con éste me he atascado. El problema ha sido personal, porque la novela es absolutamente genial. Lo que ha sucedido es que pensaba que sería otro Botchan, con el que lo pasé muy bien y me reí a carcajadas. Sin embargo, Soy un gato, es muy diferente. Sí, tiene el humor sarcástico de Soseki, las situaciones absurdas y los personajes excéntricos, pero también es una excusa para que Soseki nos de su visión del mundo. El protagonista de la novela es un gato sin nombre que juega a ser filósofo y al que recoge la familia de un maestro. El gato es tan engreído y a la vez tan torpe que no podemos dejar de reír con sus ocurrencias. Además, se dedica a observar y criticar a los humanos que le rodean, a los que considera seres inferiores: su dueño, el profesor Kushami y su familia, pertenecientes a la clase media tokiota; el amigo del profesor, Meitei, un charlatán que está continuamente inventando historias y chismes sobre los demás; o el estudiante Kangetsu, enredado en una compleja historia de amor. Pero también están el resto de los gatos: Mikeko, la delicada y aristocrática gatita de la que está enamorado o Kuro, el gato macarra del carretero. Todos estos personajes y situaciones no son más que una mera excusa para que Soseki satirice a la burguesía japonesa, a los occidentales, los conflictos entre China y Japón... Natsume Soseki publicó Soy un gato en 1905, un año antes de la aparición de Botchan. En ese sentido, creo que se nota que el autor aún no ha perfilado el estilo incisivo que le hizo tan popular con Botchan, y que terminaría culminando en su obra maestra Kokoro.