Os presento a Lucas: incluso para él fue un poco aburrido
No era lo que me esperaba. Y mira que lo empecé con ilusión, pero nada. De hecho, lo tengo gracias a Popular libros y recuerdo que no veía el día de que me llegara el aviso de Correos para ir a recogerlo y empezar por fin a leer.
Un gato sin nombre que vive en casa de un maestro de escuela se afana en mostrar al mundo las pocas luces de las personas de la casa -y visitas- y las absurdas conversaciones que mantienen. Personajes que, cuando aparecen por la puerta, ya sabes por dónde van a ir los tiros; que se enfrascan en conversaciones interminables y, muchas veces, carentes de sentido en la historia, y todo ello aderezado con innumerables desvaríos por parte del gato.
Desde el principio el libro me recordaba sobremanera a Tristram Shandy hasta que, cuando llegué a cierta nota del traductor, descubrí que Natsume Soseki se ha inspirado en la novela de Sterne como homenaje. El tema que se trataba en el momento de dicha nota del traductor era, recuerden los que lo leyeron, una nariz. Como en citada novela, se da infinidad de vueltas a lo mismo, haciendo gracia al principio, pero cansando un poco cuando uno lleva 40 páginas monotemáticas o de conversaciones sin ningún sentido que, además, uno ya sabe que no llegarán a buen puerto cuando empieza a conocer a los conferenciantes. De hecho hay veces que el gato simplemente desaparece; queda olvidada su existencia durante un rato mientras, supuestamente, nos narraba algo que tenía lugar en la casa del maestro.
Hay puntos graciosos, no diré que no, pero se diluyen en la inmensidad de páginas que parece que tiene el libro. Sin duda, los mejores están siempre al principio tanto del libro como de cada capítulo, como los sobornos de los vecinos para que espíen al maestro y a sus amigos, las batallas campales con los alumnos de la escuela colindante a su casa, la total ausencia de sensibilidad artística del maestro…
Sólo puedo llegar a la conclusión de que los seres humanos no valen para nada, excepto para el uso estruendoso que hacen de su boca con el fin único y exclusivo de matar el tiempo, contando historias sin gracia y riéndose de cosas que no son divertidas. Sé desde hace mucho del egoísmo y de la estrechez de miras del maestro, pero como normalmente tiene bien poco que decir, y la mitad de lo que dice no lo entiendo, tendía a disculparle.
También los personajes tienen su gracia: Meitei, el eterno bromista, Kangetsu, el licenciado que anda dando tumbos, e incluso el maestro, que es totalmente ajeno a casi todo lo que le rodea.
Pero claro, esas líneas argumentales que quedan mal resueltas (el caso de la boda de Kangetsu es el mejor ejemplo) y, repito, esa reiteración una y otra vez del mismo tema hasta llegar a ninguna parte en cuanto a conclusiones tienen su peso en la valoración final. La novela fue publicándose por partes a principios del siglo XX en una revista, así que supongo que a pequeñas dosis no aburriría tanto, y que se perdonaría la ausencia de un final digno para algunas tramas pero así, en una gran novela y todo seguido, a mí no me ha llegado.
Ante la comparación con Tristram, me quedo con el de Sterne: por lo menos no tiene los desvaríos de un gato.
Título: Soy un gato Autor: Natsume Soseki Editorial: Impedimenta Encuadernación: Tapa blanda con sobrecubierta ISBN: 978-84-937601-5-1 Páginas: 646 Precio: 28€ RETO: 9 caracteres