Parece mentira que haya tenido que convertirme en madre para sentir sus heridas, para vivir su lucha diaria, para conocer en carne propia que cada paso es una huella que impacta la vida de otras personas, nuestros hijos.
Ya se por qué era tan luchadora, tan obstinada con algunas cosas y tan severa con otras. Ya se por qué prefería llorar en silencio y por qué se convertía en una fiera. Ya se por qué siempre estaba al levantarme y también al acostarme. Ya se por qué se alegraba tanto por mis logros por pequeños que fueran. Ya se por qué...
Madre mía, nunca te lo había dicho pero siempre quise ser como tú. Tener tus garras, tu fuerza, tu energía... Puedes estar tranquila. Hiciste un extraordinario trabajo conmigo. No hay nada que tu hayas hecho como madre que yo cambiaría. Cada paso, cada palabra, cada suspiro se lo enseñaré a mi hijo.
Gracias por vivir. Vivo orgullosa porque soy una hija de mi madre.
Te amo.
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