Soy lectora, una yonqui de la lectura, y como tal, alguna vez he podido fantasear con la idea de escribir un libro, aunque nunca me he puesto, la verdad. Creo que por muy amantes de la literatura que seamos, no todos poseemos el don de la escritura. Así que mi acercamiento a la literatura es por lo tanto pasivo: empiezo a leer un libro y me abandono en él. No me planteo su estructura, su lenguaje, su estilo,… tan sólo extraigo de su contenido lo mejor que haya querido, o podido, ofrecerme el autor, y suelo disfrutar, leer para mí es un placer necesario. La lectura de las novelas candidatas al Premio fue distinta, ya que requirió por mi parte un novedoso esfuerzo, y no me refiero únicamente a la avalancha de novelas en tan breve espacio de tiempo, sino a tener que meterme en la piel del Lector Universal y preguntarme ¿Es original? ¿Provoca sentimientos, emociones? ¿Sorprende? ¿Quiere decir algo? ¿Merece la pena el tiempo empleado en su lectura? Cuando no, en la piel de crítica, de editora, de publicista, y sólo así poder valorar con garantías y acabar con la conciencia tranquila.
Begoña Vazquez de la Torre, miembro del Jurado del
I Premio Internacional de Novela Corta La Esfera
De esta enorme experiencia, me quedo con todo lo que los concursantes nos han regalado; me alegra que tantas personas, en la mayoría de los casos anónimas y amateurs, posean tal cantidad de imaginación, de ilusión. Me han sorprendido las buenas ideas y la voluntad. Y al mismo tiempo, y a pesar del esfuerzo, lo difícil que es obtener un resultado satisfactorio.
No soy una ingenua y no creo que los grandes escritores estén imbuidos de una especie de don de la palabra y se sienten delante de su ordenador y les salgan solos los capítulos y las novelas magistrales de un tirón. Sé que detrás hay una planificación engorrosa, periodos estériles, borradores, mucho reescribir y releer lo escrito y poca improvisación. Pero algo me ha quedado claro tras sumergirme en tal variedad de estilos, géneros y universos, y es que por mucho empeño y voluntad que se le ponga (que ha sido meritorio), por mucho trabajo y por mucha experiencia al escribir, no basta con el esfuerzo: sin talento, lo escrito no “llega”. La novela ganadora y lasfinalistas, al igual que muchas de las que pasaron el corte, aún teniendo sus fallos saben transmitir, no dejan indiferentes, tiene ese no sé qué que nos llega. Y para mí eso es la literatura: tener algo que contar y saber contarlo.
Me quedo también con la trepidante sensación de placer/sufrimiento que sentía cada vez que veía en el buzón de entrada de mi correo electrónico un nuevo mensaje de nuestro querido Presidente, en el que venían adjuntas dos, cinco, diez novelas nuevas. Y sin haber terminado de leer aún las anteriores, no poder dejar de cotillear al menos los títulos con entusiasmo infantil, e imaginarme qué es lo que me depararían cuando me tocara leerlas.
Y me quedo con la camaradería, con la polémica (qué también la ha habido), con las conversaciones por correo electrónico de los miembros del jurado, los únicos capaces de entender lo que han sido estos meses de frenética y satisfactoria locura. Una locura solitaria, pero al mismo tiempo, y gracias a ellos, locura colegiada.
Así que muchas gracias a Francisco Concepción (editor de La Esfera) y al resto de los miembros del Jurado por haberme dejado formar parte de semejante experiencia. Artículo: +Begoña Vazquez de la Torre
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