Tendríamos que esperar tres largos años desde la impecable Spider-Man 2 para ver materializado el estreno de la siguiente secuela de la saga: Spider-Man 3 (2007).
Muchísimos fans del personaje, y aquí me incluyo yo, acudimos por tercera vez a las salas de cine seguros de que la magnificencia de una nueva entrega continuaría alimentando ese maravilloso crescendo que ya habíamos podido palpar entre la destacable calidad de Spider-Man y su aún mejor continuación. En otras palabras: la primera nos había gustado mucho, la segunda aún más, por lo que confiábamos ciegamente en que la tercera ya sería algo así como el paroxismo total. Y más aún teniendo en cuenta que había sido la más cara de las tres. ¡Tenía, por fuerza, que quitar el hipo! Por eso cuando íbamos camino de la sala, nuestros pies, más que caminando, nos llevaban en volandas.
Por desgracia, el sueño no tardó en empezar a resquebrajarse más y más a medida que el metraje avanzaba, para terminar saltando hecho añicos. Cada minuto que pasaba en aquel cine se apoderaba de mí, como latente en un segundo plano, la desagradable sensación de que algo fallaba (aunque al principio no hubiera sabido definir exactamente el qué). Pero yo me resistía a aceptarlo. ¡Quería que aquella película me
Pero esta vez, amigos, la parte de la balanza que soportaba los errores pesó mucho más que la de los (escasos) aciertos.
Ya no es que el guión fuera insulso (que lo era, y bastante), si no que además estaba sobresaturado de personajes y subtramas, lleno de despropósitos e incongruencias, situaciones metidas con calzador, personajes tan desdibujados como desaprovechados, y escenas (supuestamente cómicas) que daban verdadera vergüenza ajena de lo patéticas que eran (destinadas más bien al público infantil, quiero pensar). Ahora, imaginad todos esos ingredientes agitados generosamente en una coctelera, y servidos, de propina, con un metraje excesivamente largo (139 minutos). ¿A alguien le apetece un trago de este bebedizo? Porque a mí no.
Lo extraño, es que un "guión" tan ingrato viniera firmado por el mismísimo director de la trilogía, Sam Raimi (en colaboración con su hermano Ivan, y con posteriores retoques del afamado guionista Alvin Sargent). Y digo extraño, porque Raimi se había cansado de proclamar una y mil veces a los cuatro vientos el gran amor que desde su infancia habría sentido por el personaje, a quien además supo dar con pulso firme un lugar destacado en el olimpo cinematográfico. Se hace raro, por tanto, que alguien que debiera entender mejor que nadie la naturaleza de Spider-Man (así como las claves idóneas para trasladar su esencia a la gran pantalla), fuera capaz de firmar semejante despropósito. Y tres cuartos de lo mismo para el señor Alvin Sargent, guionista de la anterior (y con importante contribución -aunque no acreditada- en la primera).
Sólo cabe, pues, una explicación lógica para tal desaguisado (algo que de hecho se convirtió en un secreto a voces en la rumorología concerniente al film): Las continuas intromisiones del estudio, que obligaron a modificar muchas cosas, añadiendo y quitando elementos a su antojo y resultando en un montaje final entre lo caótico y lo absurdo.
Así, nos encontramos por ejemplo la forzada inclusión de Venom, contraria, dicen, a los deseos de Raimi. Como muchos de vosotros ya sabéis, el origen oficial del personaje está estrechamente ligado a las Secret Wars, lo que lo relacionaba con Spidey de una manera natural. Pero en la película, el simbionte sencillamente cae del cielo -literalmente- para adherirse acto seguido a la moto de Peter Parker, una casualidad más que improbable en una ciudad... ¡de ocho millones de habitantes!
En lo que a Sandman se refiere, la cosa no está mucho mejor. Tras un desarrollo inicial bastante interesante, en el que nos narran su motivación para el crimen (costear el tratamiento de su hija enferma), la cosa acaba de tal modo que en ningún momento se vuelve a incidir en el tema de la niña, dando la impresión -al menos a mí- de que algo se debió quedar en la sala de montaje. Eso por no hablar ya de su supuesta -y forzada- participación (vista brevemente en flashback) en el asesinato del tío Ben.
Y así sucesivamente: una Gwen Stacy absolutamente desvirtuada (y por tanto innecesaria), un nuevo Duende Verde (Harry Osborn) que parece haber tomado prestado el patinete volador de Regreso al Futuro III, un Tobey Maguire más histriónico que nunca, que va de malote y baila, lloriquea y hace muecas varias veces a lo largo del film (hasta el sonrojo total de cualquier fan arácnido que se precie de serlo)... ¡Y yo que sé! Sólo puedo decir que, en general, no hay por donde cogerla. Probablemente por ello, Sony decidió cancelar de golpe el proyecto de Spider-Man 4, cuando ésta se encontraba ya en plena fase de preproducción, hasta el punto que ya se sabía que John Malkovich encarnaría al Buitre, y Anne Hathaway a Felicia Hardy / Gata Negra. En medio de una gran polémica, el estudio anunció que harían un reseteo de la franquicia.
Spider-Man 3 se convirtió, en resumen, en una mediocre producción que vino a empañar el buen nombre de sus antecesoras, al tiempo que se erigía como una gran oportunidad totalmente desperdiciada para llevar al trepamuros a unas cotas de espectacularidad no conocida hasta entonces en cines. Aún con todo, yo me alegré de decir adiós a Tobey Maguire, para mí, uno de los peores Peter Parker imaginables.
Aquí podéis ver el tráiler original del filme que cerró pues la (irregular) trilogía:
En esta ocasión también terminé el obligado álbum de cromos, como suele ser habitual, de la mano de Panini.
Mi valoración de la película (4/10)
LO MEJOR:Lo único destacable serían, quizás, los efectos especiales. Se nota que hay más presupuesto que en las anteriores. ¿Qué si puedo encontrar otra virtud de aquel día de cine? Sí, claro: las palomitas estaban bastante buenas.LO PEOR: Menos los referidos efectos especiales, TODO (sobresaturación de personajes -en general muy mal desarrollados-, exceso de subtramas cada cual más forzada o absurda que la anterior, escenas "cómicas" de vergüenza ajena y, de propina, metraje excesivo). La pose heroica con la bandera de Yankilandia ondeando detrás también es de traca.