Revista Cultura y Ocio
El Doctor Octopus se muere. Una enfermedad degenerativa ha disminuido sus capacidades físicas, pero antes de partir, Octavius planea una nueva venganza contra su enemigo jurado, Spider-man. Mediante un sistema de satélites, Octopus amenaza a la población mundial y pone precio a la cabeza del trepamuros, quien recurre a la ayuda de la Viuda Negra y Marta Plateada para derrotar a los nuevos Seis Siniestros y detener a Doc Ock antes de que sea demasiado tarde.
Después del mefistazo y posterior reinicio del personaje, no he seguido demasiado las nuevas andanzas del cabeza de red, más que nada porque han pasado a convertirse en una sucesión de aventuras en las que poco o nada importa ya el desarrollo de Peter Parker como personaje. Aun así, ha habido sagas interesantes por la trama que planteaban, como Nuevas formas de morir, El rastro de la araña o el número 600. Gracias a Yota he podido disfrutar de Hasta el fin del mundo, arco argumental escrito por el guionista Dan Slott, que ya llevaba más de 100 números al frente de The Amazing Spider-man y recientemente ha desatado cierta polémica que muy pronto comentaremos.
En Hasta el fin del mundo presenciamos la enésima venganza del Dr. Octopus, que lleva muriéndose desde el especial del número 600 debido a una enfermedad degenerativa que desarrolló tras sus múltiples combates contra el héroe arácnido. La principal diferencia con otras sagas es que la amenaza de Octavius es ahora a escala global y encima pone precio a la cabeza de Spidey, con lo que numerosos villanos intentarán darle caza. Este arco argumental cuenta con una trama bastante llamativa, algún momento trágico y una nueva e interesante alineación de los Seis Siniestros (Rino, Electro, El Camaleón, El Hombre de arena, Mysterio y el propio Octopus), si bien es cierto que la historia está demasiado alargada y que no pega demasiado con el carácter del personaje, en el sentido de que una amenaza de estas proporciones les iría bien a Iron Man o Los Vengadores, pero no tanto al cabeza de red, más ligado a los ambientes neoyorkinos, como prueba el prólogo, mucho más divertido que todo el arco en sí.
En el apartado gráfico llama la atención el trabajo de Stefano Caselli, dibujante solvente a la altura de lo que merece un cómic de Spider-man, con bastante atención al detalle. Lo único que se le puede reprochar es el diseño del traje que Spidey viste para la ocasión, parece una de las armaduras que Tony Stark desechó. Eso sí, el número dibujado por Humberto Ramos es horrendo, se nota que lo hizo demasiado rápido pues el acabado es bastante sucio y feo.
Hasta el fin del mundo es un arco argumental entretenido, con una buena galería de villanos y situaciones tensas para el personaje, pero que poco o nada aporta al bueno de Spider-man, sobre todo al alejarse tanto de su entorno habitual.