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Spider-Man: No Way Home y el escalofriante estado de la cuestión

Publicado el 15 diciembre 2021 por Cineenserio @cineenserio

Analizar una película del Universo Cinematográfico de Marvel por sí misma vendría a ser como ir a una exposición con anteojeras de caballo, observando pinceladas sueltas sin ver la imagen en su conjunto. Para cada hito del camino hay una revisión, un estado de la cuestión que determina el rumbo de una de las sagas más importantes de los últimos años, y dicho estado parece una serpiente sin cabeza. Si Endgame debió ser un punto y aparte, la sentencia fue tan sonada que los ecos despistan a sus sucesores. Hay una tendencia general, la del multiverso, que en No way home no termina de cobrar su forma final. Esta es la 7º entrega de la saga desde el fin del juego, siempre dando a entender que la semilla está a punto de germinar. La multiplicidad es tan grande y variopinta, promesa del multiverso, que nos vemos a analizar ya obra por obra, y eso es algo que desde luego no favorece en demasía al universo marvelita, pues si de algo podemos estar seguros es que no estamos ante las mejores entregas en cuanto a cualidad fílmica. Lo que el estado de la cuestión debe abordar ahora no es el análisis de una obra artística, sino exclusivamente el devenir cuestionables estrategias empresariales. Intentaré evitar entrar mucho ahí.

Spider-Man: No Way Home y el escalofriante estado de la cuestión

Con el teaser (que no trailer) de Spider-Man: No way home, la sensación de que el arte del suspense había muerto, y es comprensible que en la era de internet un productor obligue al montador a tirar la toalla. Efectivamente, la nueva entra del hombre-araña es exactamente lo que prometía el teaser, una amalgama de viejos villanos en busca de venganza o lo que tercie. A un día de su estreno en España, lo que no es confirmado es rumor y lo que es rumor para muchos es confirmado. Es una lástima cómo el ansia por la información termina por desbaratar el agonizante misterio de tantas obras. Aún así, hemos de aceptar que la gente no quiere sufrir el suspense sino la nostalgia, porque parecemos condenados a gozar del pasado más como ente estético que aleccionador.

Spider-Man: No Way Home, como todo el UCM, se disfruta en sus términos, que no son distintos al del fan. Endgame ya sentó un precedente peligroso que parece tener su réplica en esta cinta donde el motor principal no es otro que la voraz pulsión por satisfacer fantasías. El re-reinicio de Spider-Man evitó la historia ya por todos sabida. Como quien ventila la habitación, se nos presentó a un personaje in media res, un pardillo molón que no necesitaba ser demasiado pardillo o demasiado molón. El UCM nos trajo al crío, un grato equilibrio que para quien disfrute del espíritu juvenil de las comedias de instituto resultó ser maná. No seré el primero en decir que esta obra ha resultado una marcha atrás, una suerte de tenet donde Tom Holland realiza un camino del héroe inverso.

Spider-Man: Into the Spider-verse resultó sumamente fresco. La animación ayuda, sí, pero también que la reunión de arácnidos y sus depredadores jugaban con reglas propias. La referencia era mínima, otorgada con la sabiduría con la que un padre reparte caramelos. John Watts, en cambio, nos atiborra a pan nos obliga a dejarnos la comida en el plato. Y es que el nuevo hito en el viaje de Peter Parker desde luego le ha llevado a casa, a una ya conocida, no sin antes mostrar un proceso final que se ha visto ensombrecido por un humor referencial que distrae, por personajes que reducen su personalidad a un mero retrato del pasado que se puede malear a voluntad de la trama.

Spider-Man: No Way Home y el escalofriante estado de la cuestión

No obstante, lo que nos prometía el teaser ha sido entregado: tenemos el Spider-Man más Spider-Man de todos los Spider-Mans, cantidad sobre cualidad. Es por ello que poco más se puede pedir. Esta cinta sobre el más difícil de los procesos hacia la madurez, la responsabilidad de los errores, resulta redonda al paladar, más allá de las posibles distracciones y regresiones. El espíritu adolescente de Peter Parker-Tom Holland es quizás el más acertado de los tres, pues la sinergia entre el tono de la película y su propio actor es perfecto para culminar este proceso: desenfadado sin ser frívolo, serio sin ser intenso. Se ha podido observar una progresión en este personaje, oculta entre los brillos, pero presente sin dejar el nostálgico corazón aparte. Es por ello que me resulte tan comprensible que No way home sea la mayor decepción para muchos, pues la regresión que supone la vuelta al pasado enturbia un rumbo que parecía alejarse al fin de los 20 años de tradición arácnida.

De vuelta al estado de la cuestión, lo que Spider-Man: No Way Home supone para el UCM no es más que la promesa de un futuro incierto. La facilidad de cruces se ha visto relativamente comprometida últimamente, hasta el punto de tener que entregar nuestra voz a un monopolio para que esta entrega exista. Marvel ya no depende de resurrecciones milagrosas, sólo del poder carismático de los personajes que aún no ha quemado, y ya puede aprovechar bien el multiverso tantas veces anunciado para compensar el desencanto producido por la confusión y el agotamiento.

Spider-Man: No Way Home busca ser el evento del año sin dejar de ser profundamente conservadora. Entretenida como nos tienen acostumbrados, permisiva con los fans, incluso condescendiente. A cada día que pasa más me pesa la terrible idea de quienes sepultaron Los últimos Jedi junto a su creador brindarán orgullosos ante esta película. Me lo he pasado muy bien con esta película, es por ello que de veras me aterra su victoria.

Spider-Man: No Way Home (John Watts, 2021)

Spider-Man: No Way Home y el escalofriante estado de la cuestión

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