Parece mentira, pero a punto de alcanzar la tercera década de los 2000 ha tenido que venir una película de animación para demostrar que no está todo inventado en el género de superhéroes. Spider-man: un nuevo universo consigue por fin aquello que muchos buscábamos en las películas de héroes con superpoderes: romper el estancamiento e innovar agarrándose fuertemente a las mismas raíces de las que surgió el género, los propios cómics.
Personalmente, era muy reacio a ir al cine a ver esta película. En primer lugar, Spider-man es un personaje que nunca ha sido santo de mi devoción. Tan solo de niño leí cómics del hombre araña, y de manera esporádica. Por otra parte, ver en el póster una gran variedad de Spidermans diferentes, algunos estrambóticos y futuristas, era una losa demasiado pesada para alguien de mi edad. A estas alturas, tener que conocer a un puñado de personajes nuevos y a priori poco interesantes me causaba una pereza infinita. Pero, por suerte, es esta una de las raras ocasiones en las que la unanimidad de opiniones positivas hacia la película, algunas de gente cuyo criterio respeto ampliamente, me animó a acercarme a ella. Y no tengo más remedio que sumarme al entusiasmo generalizado.
Porque «Spider-man: un nuevo universo» es un auténtico cómic en movimiento, que se aleja de las propuestas ya apalancadas que nos ofrecen tanto el universo cinemático Marvel como el de DC, logrando por el camino algo inaudito: funcionar a varios niveles, satisfaciendo igualmente a un público millennial como a los espectadores más veteranos, gracias a un guion que con maestría revitaliza las historias clásicas sin renunciar por ello a recursos propios de las viñetas. El cariño puesto en la producción queda patente en un detalle aparentemente nimio: el punteado que subyace bajo todas las imágenes, que es un velado homenaje al proceso de coloreado que se utilizaba en los cómics antiguos. Eso, junto a otros elementos que es mejor que descubra el espectador por sí mismo, ya demuestra el mimo que se le ha querido dar a este proyecto.
De nada serviría que la excelente factura técnica se diluyera dentro de un guion mediocre, pero por fortuna el libreto de Phil Lord y Rodney Rothman se las arregla para cautivar desde el principio con sus innumerables guiños a lectores y espectadores de todas las edades, pero también sabiendo crear una historia clásica con elementos de comedia, drama y acción que resulta redonda y, en cierta medida, original. Dentro del imparable ritmo que posee la cinta, me resulta admirable cómo se van introduciendo paulatinamente los personajes nuevos para conformar un producto pulido que plantea una puesta en escena sumamente atrayente.
Las portadas de cómics, los bocadillos, el sentido arácnido, Kingpin, la música, los movimientos, los múltiples Spider-man... Esta vez Sony lo ha hecho todo bien, y estoy convencido de que cualquier persona mínimamente interesada en el género sabrá apreciar y disfrutar con las virtudes de «Spider-man: un nuevo universo». Vayan a verla sin miedo, esta es la película que les reconciliará con su espíritu de niño y que les volverá a enamorar de un personaje tan mítico como, quién lo diría, actual.