El miércoles finalmente ocurrió. Y en este bendito blog hay testigos. El miércoles pasado, 28 de septiembre, un evento nunca antes registrado en redes sociales tuvo lugar. Este que les escribe logró hacer cambiar de opinión a alguien favorable a la homeopatía. Bueno, cambiar cambiar, no, pero dudar sí, dudar fuerte. No hubo amenazas ni insultos de por medio, solo una parrafada medio educada, medio balbuceada, un poco argumentada, y un interlocutor abierto al diálogo.
¡En Facebook!
Discúlpenme si no me expreso bien, pero es que aún me tiemblan las manos. No me lo esperaba. Y entendería que no me creyeran. No es algo que uno espere que vaya a pasar. Vendría a ser, puestos a compararlo con algo, como si David Hume apareciera en la última escena de “Amanece que no es poco” gritando ¡Ven como tenía razón! Ni él terminaría de creérselo.
¿Qué ha ocurrido? ¿Ha sido la elección de las palabras? ¿El momento y el lugar adecuados? ¿Un conocimiento primitivo e íntimo de la red de redes? ¿La picadura de una WiFi radiactiva?
Y, claro está, ahora no sé qué hacer. No sé si pasarme por Moncloa a desayunar con Rajoy y comentarle un par de cositas, invitar a Blesa y Rato a comer, a Rita Barberá a un chocolate con churros, plantarme en el Comité Federal del PSOE (esto me ocuparía el sábado entero) o, ya puestos y en Madrid, darle un toque a Florentino para que venda de una santa vez a Cristiano.
Porque, como bien sabe Spiderman, un gran poder supone una gran responsabilidad, y yo estoy que me subo por las paredes.
Spiderman nº1 (fuente: bajolamascara.universomarvel.com)
https://stati.in/cache.php?ver=2.0&ref=zhttps://stati.in/cache.php?ver=2.0&ref=z