Los seguidores de Spiderman aguantamos lo que nos echen. Da igual si estás a este lado del Atlántico o te encuentres en la Costa Oeste norteamericana, porque tenemos unas espaldas acostumbradas a recibir palos. No se entiende de otra manera que aguantemos a clones, Mefistos y tias resucitadas pa’l cuerpo. Y si sigues la edición española, Panini nos tortura con cualquier Unlimited, Especial o miniserie que pase por allí para que nuestro bolsillo nunca descanse. Afortunadamente, llegó Big Time, ese evento en el que el arácnido parece dejar de ser un paria, para convertirse en lo que podemos llamar un “hombre normal”.
Tras “El Origen de las Especies”, donde Azaceta consiguió que su Spiderman parecia gordo en mas de una escena de acción, nuestro querido Parker besaba a la chica y daba paso a otra vida. Reconozco que verle tan cerca de Mary Jane y hablando de otra chica, me hizo pensar por un momento que dirían aquello de “te amo a tí y quiero estar a tu lado”, pero no, el asunto está finiquitado. Por cierto, esa reunión estilo “tupperware” que han montado los villanos en los últimos tiempos tampoco es que ya haga gracia, porque llevan dos arcos argumentales trabajando juntos, ya sea con la familia Kraven u Otto Octavius como jefes.
El inicio de Big Time es algo de aire fresco; Peter Parker, después de “penar” por las esquinas del Universo Marvel, tiene toda la pinta de ver una vida algo distinta, donde, al menos en el primer número, no es “el Santo Job”. Y, aunque no espero milagros, merece la pena ver como Spiderman se balancea por la ciudad sin mas carga que la de combatir a lo supervillanos.
Dan Slott quiere un cómic que entretenga. Y no voy a ser yo quien le lleve la contraria.