Un entrañable recuerdo de un momento inolvidable. Una vieja foto del encuentro con un grande de la música, Luis Alberto Spinetta, en uno de sus mejores momentos de su carrera, cuando con su banda Spinetta Jade presentaba "Los niños que escriben en el cielo". Era en febrero del año 1982, en Necochea...
Comparto una letra y un comentario:
No te busques ya en el umbral (Umbral)
Estás perdiendo el tiempo pensando, pensando
estás fuera de la vida jugando y perdiendo.
Comes tu conciencia, manzano en la nada,
y qué dirán las sombras de todo tu regreso.
Tu ser sin querer se abrirá de la luz
se irá sin saber que lo amaban.
Deambulan los perros en busca de agua,
y como pasa el tiempo sin fuego, sin fuego.
Ángel de los pobres pequeña armonía
algo tiene un ensueño en este insomnio.
Tu ser sin querer se abrirá de la luz,
se irá sin saber que lo amaban.
Ya dejaste tu día buscando las moras,
hablando de los niños que escriben en el cielo.
Apocalipsis de aire, de aire,
termina todo ese oro en tus bolsillos.
Perdido en el mundo, tu ser te dolerá al fin,
ombligo de piedra marcado.
No te busques más en el umbral
para que sepan la forma de tu alma.
Y que siga la melodía...
El umbral
Lo primero que llama la atención es el título de la canción, considerado en extenso. Si bien es conocida como "Umbral", se llama "No te busques ya en el umbral (umbral)”. Igual que Manon Lescaut, que en realidad es " Historia del Caballero Des Grieux y Manon Lescaut" y que todos conocen simplemente por “Manon”. Imposible considerar que esta extrañeza no tenga un profundo sentido, ya que en la exégesis spinettiana, nada es producto del azar. Como en un texto sagrado es necesario descubrir el significado de cada palabra. Propugno, sin dilaciones, la publicación de las letras del Flaco en papel biblia. Quiero sentir entre los dedos el fino papel, que el texto, a través del tacto, imponga el respeto de las cosas sagradas.
Vayamos al asunto. La repetición de la palabra umbral, sumada al paréntesis, señala con toda seguridad que aquí se encuentra la llave de toda la canción. Umbral. El sutil límite que divide la casa del jardín, el adentro del afuera, el interior del exterior, lo público de lo privado, el Paraíso de la Tierra. El umbral es un no lugar, una línea que define dos espacios. Nada es igual dentro o fuera del umbral. Umbrales, físicos, culturales, psicológicos, morales. Universo del umbral. O mejor, como diría, Ortega: multiverso. A todos esos hace referencia la letra. A todos y a ninguno en particular. Al hecho de que existan y a cómo actúan sobre alguien indeterminado. A vos, a mí, e él, a nosotros, a ellos. La experiencia de quedar fuera. Fuera de la vida, del Amor, de la Luz, de Dios, si queremos leerlo en clave mística. O del Primer Mundo, si le buscamos el perfil político. ¿Por qué no? La lectura queda abierta para que cada uno cargue la historia que quiera. ¿Quién acaso nunca tuvo la experiencia del "umbral"? ¿Quién nunca se quedó fuera, "jugando y perdiendo"? "El que este libre de pecado que arroje la primera piedra".
El hijo pródigo
A mí, para no esquivarle el bulto a alguna referencia más encarnada, esta letra siempre me hizo pensar en la parábola del hijo pródigo. El umbral de la casa del Padre, el umbral del Amor del Padre. El pecado. Desde allí afuera observa lo que dejó, evalúa lo que se perdió, se "come" la conciencia. Piensa en los que quedaron del otro lado, en la casa. Cómo juzgarán la decisión de cruzar. Quizás con dureza, o con envidia. "Qué dirán las sombras" sobre tu regreso. Mientras "deambulan los perros" y el tiempo pasa inútil "sin fuego, sin fuego", sin Amor. Un tiempo de "ensueño" y de "insomnio". El recuerdo de lo que se perdió por buscar "las moras" del placer. Habitar el pecado, en el pecado. El dolor de estar "perdido en el mundo" (¿Habrá el Flaco leído a Heidegger?). Decepcionado de sus promesas, moras que resultaron amargas. El dolor de ser sin Ser, fuera del Ser.
Terminar, pues, el "oro de los bolsillos" y volver, cruzar de nuevo el umbral. Observándolo no encontrarás jamás la "forma de tu alma". El umbral existe para ser cruzado, no observado. No te busques más ahí. ¡Cruza! Y que siga la melodía.
Extraído del Blog: La herida de París.