Gracias, Flaco.
Gracias por abrir para todos tu espíritu que rebalsa de luz, permitiéndonos verlo y alumbrarnos. Gracias por trabajarlo, por no escupirlo como hacen algunos, sino esculpirlo, manteniendo esa excelencia en el trato con los sonidos que te caracterizó siempre. Gracias por cambiar, mes a mes, año a año, por nunca conformarte y por perpetuar tu búsqueda de la cual somos afortunados testigos. Gracias por permitirte volver, esta vez, por rescatar tanta belleza que imprimiste en discos y en corazones, por volver a hacer vivir esas canciones que nunca fueron sólo acordes, melodías y letras, fueron puertas hacia otra idea del mundo, hacia el arte por el amor, fueron flechas hacia el blanco de las nubes. Gracias por estar, por poner tu cuerpo, tus manos y tu garganta, para darnos una inyección de vida. Gracias por ser.
Gracias, Flaco, a vos y a tus músicos, por esa celebración de lo hermoso que fue. Puede usted tocar lo que quiera (mil veces golpear en sueños). Tu música no corre riesgo de morir, seguirá viva en nuestras almas. Muchos la seguiremos tocando. Otros tarareando o recordando tu voz, dejando que nos alumbre el paso.