Revista Educación

Spinning

Por Manuel LÓpez Prieto @rigoly
Esta manolada va dirigida a todos los que alguna vez en su vida hacen o han hecho spinning, porque seguramente te verás reflejado.
SpinningUn día (siempre en primavera) te levantas, te duchas y cuando te pones  la ropa te das cuenta que definitivamente necesitas una talla más de pantalón o una talla menos de barriga. Y pones en marcha la máquina de la conciencia y decides ponerte a dieta y hacer algo de deporte o por lo menos no tanto sofing.Por suerte siempre hay algún conocido experto en gimnasios y te recomienda el spinning: "para sudar y bajar kilos, lo mejor y menos aburrido es el spinning ". Y te lanzas a recorrer varios gimnasios a preguntar precios y horarios. (Es en este momento cuando te das cuenta que hay gente que tiene tiempo para todo porque los horarios son de lo más particulares).Llega el primer día. Te armas de valor y te plantas en el gimnasio con la mochila recién comprada, la ropa, las zapatillas de anclaje a la bici; vamos todo el equipamiento a excepción del calzoncillo y los calcetines limpios que se te olvidaron en casa y no te darás cuenta hasta después de la ducha. Cambiarse en el vestuario con rapidez y plantarte en la sala de spinning 10 minutos antes porque alguien te dijo que había que ir pronto para coger sitio. Entrar en esa sala de spinning es como meterte en el cuarto oscuro, todo negro, bicis rojas y silencio expectante.  Buscas bici, todas aparentan ser grandotas y al subirte a una de ellas te das cuenta que hay que ajustar la altura del sillín. Abajo, la manivela está imposible de mover... A por otra. Te acomodas, miras al personal de tu alrededor y compruebas que hay de todo pero mayoría son veinteañeras en plena "operación bikini". Todo el mundo lleva agua y toalla pequeña excepto el menda (¡Nadie me dijo nada jolines!)Entra la monitora con aire risueño y su botellón de agua, su toalla, mira al personal de la sala y pregunta si hay alguien nuevo; algunos parecen que se conocen de toda la vida. Antes de levantar la mano ya me estaba diciendo que era conveniente traer agua y toalla. Pues ala, ya todo el mundo sabe que el nuevo soy yo.La gente comienza a pedalear y la música suena tan fuerte que retumba en esa barriga que en breve va a desaparecer (coño, si yo nunca tuve barriga, es culpa del tabaco, ¿quien no ha engordado al dejar de fumar?)Calentamiento y estirar brazos, muñecas, espalda y comenzamos.Lo mejor la cara indescriptible de entré satisfacción e ironía del monitor/a (hay dos y son hermanos y se les nota, unos días viene ella y otros él). Cuando comienza la cosa a subir de nivel comienzas a ver como las piernas flaquean, los brazos tiemblan y cuando hay que sentarse te quieres levantar y viceversa porque tienes el culo molido (por poco culo que tengas cualquier sillín es demasiado pequeño) y comienzas a darte cuenta porque se recomienda traer toalla: se duda y mucho porque cuando llueve se duda por la humedad, cuando hace frío por el contraste y cuando hay calor pues por el calor.

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Agotamiento

Siempre hay un momento en la clase que podemos denominarlo "momento comparación" en el que de reojo te fijas en los demás para ver si van en el nivel indicado, si llevan el ritmo (lo del ritmo es exclusivo de los hombres: levantas la vista y siempre hay un arrítmico, no te ríes de él porque tu también vas al mismo ritmo, es decir, arrítmico). Y las mujeres... Las mujeres se pasan la clase mirándose el escote para ver si enseñan demasiado canalillo... Por Dios, ningún tío a 140 pulsaciones por minuto,  vestido, con menos de 50 años y montado encima de una bicicleta se fijaría en un escote por mucho escote que sea. Podéis estar tranquilas que no, que ese no es el momento y el lugar.Pero llega el momento cumbre, el de máxima intensidad, el momento que todos esperamos, cuando estamos al límite, ese momento casi anaeróbico que la música suena más alto y las luces se apagan... Es el "momento olfato": apagar las luces y comenzar a oler mal... No a sudor no, a pedo a pedazo de pedo porque siempre hay alguien esperando ese momento. Momento ideal para aligerar la barriga. Y al encender las luces: todos con cara de "yo lo he olido pero no he sido". Gajes del oficio.Y la música como mola: hay para el calentamiento, intervalos, progresivas, rodada, sprint, relajación... Como los monitores suelen ser ya con una edad digna, como el que escribe te reencuentras con canciones actuales: Papa americano, Telephone, She Wolf , Where are you etc, o de antaño ( Elois, Live is life, Ramala ding dong, etc.

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Un pez llamado Wanda

Y llega el final de la clase, esos estiramientos de piernas, espalda y brazos para olerse bien el sudor de las axilas, como esa mítica película "un pez llamado Wanda" y comprobar que los tíos no nos doblamos nada y que tenemos más de mármol que de agua en nuestro cuerpo.Siempre se finaliza con un fuerte aplauso (quien todavía conserve alguna fuerza) que nunca he sabido si es autodirigido, es a los monitores o al que se tiró la flatulencia y paso desapercibido.

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Vestuario chicos

Bajar esos escalones para acceder al vestuario a pegarse una merecida ducha con 417 calorías menos (aproximadamente) y unos 'perros' de cuidado no es tarea fácil. Coger la mochila de la taquilla, sentarse a respirar más olorcillos y darte cuenta que no cogiste los calzoncillos de cambio, o la toalla quedó en casa, o no se dónde coños quedaron las chanclas, o los calcetines... Bueno si hablamos de champú, peine, colonia, etc... Bueno, ¿a que tío le importa esto?, lo que si importa es ver mientras te aseas como el síndrome del vestuario que todos los hombres sufrimos  es muy real: ¡¡¡TODOS LA TIENEN MÁS GRANDE QUE TU!!! Pero esto ya será para otro post. 

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