Spooks: no más “anarchy in the UK”

Para que se den una idea de cómo viene la mano con este post, empezaré por decir que Spooks es una serie excelente, de las mejores que hay. También es una de mis favoritas, aunque por algún motivo lo nuestro no haya sido amor a primera vista. Y es una verdadera pena que, tras nada menos que diez años al aire, sea un programa prácticamente desconocido fuera de las islas británicas, donde desde el primer momento tuvo un nivel altísimo no sólo de popularidad sino también, y mucho más importante, de calidad.

Producida por la siempre confiable BBC, Spooks se introduce en las actividades de la Sección D del MI-5 (el servicio de inteligencia británico encargado de la seguridad interna) y, a través de capítulos de 60 minutos, muestra a un grupo de agentes tratando de resolver diferentes problemas que representan una amenaza para toda la isla. Por supuesto, al tratarse de casos que involucran la seguridad nacional, podrán imaginarse que ninguno es muy simple que digamos: en Spooks hay terrorismo (tópico casi obvio hoy en día para una serie de este estilo), operaciones encubiertas, agentes dobles, traiciones, anarquía, tráfico de drogas, conflictos de poder con el MI-6 (encargado de la seguridad internacional) y con la CIA y, en fin, todas esas cosas que uno espera encontrar en una serie de espías como ésta.

Como toda serie que involucra la seguridad de una potencia mundial, la idea es mostrar que el MI-5 tiene todo bajo control y que hace lo imposible para evitar cualquier amenaza pero, a diferencia de la mayoría de las series o películas de acción norteamericanas, en Spooks no hay protagonistas vacíos que logran salvar el día luego de haber sobrevivido de manera misteriosa balaceras increíbles y explosiones de enorme magnitud. Tampoco hay banderitas británicas cada dos segundos para indicar cuán patriotas son todos, y mucho menos se muestra al espionaje como una actividad fantástica y envidiable en la que todos deberían involucrarse.

A medida que la serie avanza, se va descubriendo tanto la personalidad de cada espía como la parte negativa de su profesión: trabajar para el MI-5 significa no tener nunca más una vida normal, no poder salir con cualquier persona, vivir bajo varias identidades, y ser un paranoico total. Ésta es la mayor virtud de la serie, desde mi punto de vista: que los protagonistas sean demasiado humanos como para convertirse en prototipos de superhéroes admirados por medio mundo. Se presenta a los personajes como personas que hacen su trabajo dando lo máximo, pero uno jamás se queda con la sensación al final de un episodio de que acaba de ver a Superman salvando el mundo. Y ojo, que a pesar de esta “humanidad”, más de una vez uno llega a pensar que de humanos estos spooks (“espías”, en slang británico) tienen poco y nada, porque para el MI-5 (así como para cualquier servicio de inteligencia) la frase “el fin justifica los medios” es ley, y muchas veces se llegan a hacer cosas “en nombre de la seguridad nacional” con la que ni siquiera los mismos agentes están de acuerdo, lo que usualmente los lleva a grandes replanteos en sus vidas sobre el trabajo que llevan a cabo. Es que, en el fondo, estos espías que tanto se sacrifican por su profesión, son gente triste y solitaria que, aunque quieran, no podrán jamás vivir una vida como la de cualquier otra persona. Todo esto dota a Spooks de mucho realismo, le da una credibilidad que muchas series de este estilo muchas veces no tienen. Sino, sólo basta con fijarse en cómo los guionistas no tienen problema alguno en matar o hacer desaparecer a personajes principales. Decididamente, encariñarse con alguno de los agentes es peligroso, porque en cualquier momento, y sin previo aviso, podemos llegar a no verlo nunca más.

Como toda producción de la BBC y de Kudos Film & Television (responsable también de Life on Mars y Ashes to Ashes, entre otras), Spooks es lo que vendría a ser una serie “de calidad”, con una producción muy muy cuidada, del tipo cinematográfica, con guiones muy trabajados, y actuaciones que están totalmente a la altura del programa. Al ser una serie con tantos años encima, el elenco fue obviamente cambiando con el paso de los años, y el único que empezó en 2002 y se mantiene hasta el día de hoy es Peter Firth, conocido actor de cine que aquí interpreta al gran Harry Pearce, jefe de la Sección D. Sin embargo, por Spooks también han pasado una gran variedad de actores que, con sus personajes, han hecho crecer más y más en calidad a esta serie y a los distintos grupos de agentes que han integrado. Algunos de los más destacables han sido Matthew Macfadyen, Keeley Hawes, David Oyelowo (los tres conformaron, quizás, el mejor equipo de la serie), Rupert Penry-Jones (que con su personaje, Adam, fue fundamental), Hermione Norris (tremenda en su papel de agente fría como un témpano), Richard Armitage, y Nicola Walker, que interpreta a Ruth Evershed, mi personaje favorito de todos junto con Harry. Además, también han participado en algunos episodios actores como Robert Glenister, Hugh Laurie y Benedict Cumberbatch, entre otros cuantos.

Después de todo esto que acaban de leer, me parece que es obvio que recomiendo Spooks con demasiado fervor, ¿no? Si les gustan este tipo de historias, seguro que no se van a arrepentir de verla. Esta serie es un cóctel de muy buen drama, excelentes actuaciones, y gran manejo de la tensión y la intriga que merece ser conocida por más gente. Por lo pronto, yo no veo la hora de que dentro de pocos meses se estrene la décima temporada que, hoy se confirmó, marcará el final definitivo de una de las mejores ficciones salidas de la isla en los últimos años.

Título original: Spooks
País: Reino Unido
Año de emisión: 2002 – actualidad
Cadenas: BBC
Creador: David Wolstencroft
Número de temporadas emitidas al momento de esta publicación: 9
Cantidad de episodios  emitidos al momento de esta publicación: 80