Revista Cine
H. Korine, director de Gummo, es un autor que conozco poco pero me parece muy atractivo por su gran talento visual, su ánimo provocativo e interés por ofrecer algo más que una historia. Por eso, cuando leí sobre esta peli y vi que se iba a estrenar en España, supe que iba a ir a videarla. Spring breakers son los que en EE.UU. se toman las vacaciones de primavera, supongo que relacionadas con la Semana Santa ya que también en América Jesús "muere y resucita". La película cuenta la historia de cómo las de un cuarteto de chavalitas (15-19 años) siempre en bikini (todo trascurre en Florida) acaban por convertirse en una ola de crímenes sin recurrir al drama o la comedia blanca. Aquí la gente folla, se droga y muere asesinada. La película es difícil por su estilo poco convencional y se atranca en la mitad por la falta de guión y por el gusto de Korine por usar actores no profesionales y por la improvisación. Las protagonistas ni tienen el carisma ni los recursos necesarios. No obstante, es un buena, diferente e interesante película. Es un relato autoiniciático, la sociedad actual ya no es la que inicia porque está desestructurada. Por eso Spring breakers está llena de viajes en uno y otro sentido y de cruces de puente así como de borracheras y cuelgues. Es, por tanto, una versión muy libre de Alicia en el País de las Maravillas. Por ello Korine apuesta por el lirismo, las sensaciones, el neón y los colores pastel (sobre todo el rosa). Se trata de representar el otro lado del espejo así como el estado alterado de conciencia de las chiquillas. La parte criminal, inspirada en El precio del poder, Grupo salvaje y Malas tierras, se conjuga con el interés sociológico de Korine por el comportamiento extremo estadounidense y su atracción por el lumpen de EE.UU. Así, tenemos un relato contradictorio. Por un lado tenemos un relato conservador digno de un padre anticuado, establece una relación entre la permisividad en las fiestas juveniles (buena parte del metraje son filmaciones de las fiestas universitarias donde los celebrantes se liberan de todas las inhibiciones sociales) y la criminalidad más dura (alguien tiene que proporcionar las drogas) y la chica que sale mejor parada es la más cristiana, y por el otro un relato progresista pues es feminista, tiene algo que recuerda a Thelma y Louise, y crítico con una sociedad gris, aburrida y que estrangula. En mi opinión esta contradicción es sólo aparente y se debe al poco trabajado guión. La fiesta es simplemente un punto de encuentro entre los dos mundos, el ordinario y el extraordinario, la vía por el que el Mentor recluta a las heroínas y el cristianismo no es más que la expresión de la inmadurez y la cobardía (es la característica del más joven). Por tanto, Spring breakers no es una película conservadora o denunciadora, sino una alabanza a la audacia y a la independencia. El problema es que Korine trata un tema serio de forma superficial y privilegiando lo visual. Si bien hay que tener en cuenta que este director nunca da discursos. Se limita a observar y a buscar belleza en el parte marginal y lumpen de la sociedad estadounidense. Por ello el final de esta película es abierto e interpretativo. Un gran acierto porque no está contando una historia al modo tradicional. Concluyendo, Spring breakers, por ser una historia disparatada, por su audacia temática, por su belleza formal, por su juego constante con los clichés (la protagonizan unas muchachas que para nada son frágiles) por su lirismo y por su gran representación de lo que es el otro lado del espejo, es fresca y grata y, por su denuncia del conformismo, la superficialidad, el mammonismo y el machismo de nuestra sociedad (por eso hay quien la ve escandalosa y amoral), por ensalzar a los que se salen de los raíles y explicar que el viaje sólo termina si uno quiere, revolucionaria. Así, a pesar de su dejadez y cierta pesadez es sublime. En el fondo Spring breakers es otro relato de ficción que nos dice que la Fantasía hay que salir a buscarla (cada uno a su modo).