Sr. Montilla

El Sr. Montilla sabe mucha gramática parda porque no es fácil recorrer el camino desde Iznájar a la presidencia de la Generalitat en calidad de charnego, mientras hace sin parar, curso de catalán para que después se le critique tener una aventura con la profesora de tan notable idioma. D. José no es como el Sr. Hollande, aunque en eso ya no gana el país vecino por tanta diferencia, pero las faldas no han sido noticia habitual entre la política de este nuestro país, a diferencia de lo sucedido en Francia, donde desde el Sr. Giscard, pasando por la hija desconocida del Sr. Mitterand, hasta el inefable Sarkozy, han compartido el Elíseo con otros dormitorios oficiosos de menor relevancia y mayor satisfacción. El andaluz reconvertido en defensor del catalanismo lleva a sus hijas a estudiar alemán e inglés en un elitista colegio de la Ciudad Condal, mientras predica la imposición del catalán, más como acto de fe que como medio de comunicación verbal, y sanciona a quien rotule en castellano exclusivamente, pero no a quien lo haga en chino o en inglés, que tanto da. En una comunidad con aspiraciones de europeísmo independiente, debería reinar más la libertad que la imposición, y eso debería saberlo D. Arturo, que siempre navega entre dos aguas, aunque parece que terminará por ahogarse; mientras tanto, el Sr. Montilla, haría bien aireando los escarceos extramaritales de su segunda unión, para parecerse algo más a D. François, e internacionalizar la noticia, para que Iznájar se conozca más allá de Granollers y las profesoras de catalán triunfen, por fin, en Andalucía.