Sí, ya sé… Este es el blog de la tía huraña y cabreada que no habla de las cosas fantásticas y maravillosas que tiene la vida sino de cada uno de los latigazos que asumimos pasivos y sumisos. Pero es que hoy es uno de esos días en los que sales a la calle, miras a tu alrededor y te das cuenta de que estamos metidos en una pelota de mierda de la que nadie parece querer salir.
Anoche sentí verdaderas náuseas al ver lo que no se podía ver en ningún sitio. Miles y miles de personas salieron a la calle a apoyar a los únicos trabajadores de este país que han entendido que la comida de sus hijos es infinitamente más importante que su pasividad. Las imágenes que se fueron viendo en Twitter dejaban el alma helada, los pelos de punta y la conciencia revuelta. Qué cojones tan bien puestos, sí señor. Un aplauso. O no, porque no hace falta, porque sé que en el fondo de los corazones y las cabezas de muchísima más gente de lo que lo demuestra está esta misma sensación que siento yo. ¿Por qué los demás no hacemos esto? ¿Qué nos pasa? ¿Estamos dejando que nos hundan, así, tan fácilmente? ¿En serio?
Vergonzoso lo de RTVE, la cadena pública que decidió contar lo bien que le va a Dora la Exploradora en lugar de lo mal que nos va a todos los demás. Lamentable.
Y hoy, nos levantamos y nos encontramos, por sorpresa, al tipo al que miles de personas votaron y que ahora se está limpiando el culo con su voto, diciendo que los pensionistas, los funcionarios y los trabajadores más humildes somos los que tenemos que sacar adelante el país porque hemos sido nosotros los que lo hemos sumido en este agujero sin fondo… ¿De verdad? ¿De verdad hemos sido nosotros los que hemos saqueado los bancos? ¿Los que han especulado con la vivienda? ¿Los que se llevan cada mes a su casa cifras imposibles por dietas y demás suplementos? ¿Los que compramos cuadros absurdos para colgar en las paredes de una institución que ya no significa nada porque, sencillamente, esto dejó de ser una verdadera democracia hace mucho tiempo?
Haría miles de preguntas… millones, pero ¿para qué? Nadie me escucha… Los que lean esta entrada se quedarán pensando en lo amargada y rancia que estoy y se irán a comprar el pan pensando lo bonito que es el día y lo bien que lo pasarán esta tarde en la playa.
Sin embargo, yo me quedo pensando en unas palabras que ha farfullado mi madre mientras vestía a mi abuela… Somos el país con mayor número de políticos… y digo yo (y dice ella), ¿para qué? Hay una mayoría absoluta absurda e irracional que esconde una tiranía europea que nos tiene agarrados por donde se nos afina la voz. Mande quien mande (a mí sinceramente me da igual quién nos diga que tenemos que dejar de comer para pagar las deudas de Bankia, porque lo que me revuelve el estómago es que lo tengamos que hacer) solo se necesita a sí mismo. Si es Merkel, pues que venga cada 15 días, nos diga lo que tenemos que hacer y se pire a su país. Si es Rajoy, que aparezca cada 15 días (que normalmente sería poquísimo para un Presidente del Gobierno, pero que viendo lo visto, es un gran suplicio para él, y ya está bien, no le pidamos más) y nos diga cuáles son las medidas que debemos adoptar. Pero ¿para qué narices necesitamos a las 300 personas que están detrás de, por ejemplo Rajoy, en el Congreso? ¿Para aplaudirle? ¿Hay alguien en su partido que de verdad alce la voz y diga que lo está haciendo mal? Ya lo dijo mi padre alguna vez… “no hay mayor dictadura que la de un partido político”.
Posiblemente eliminar los miles de puestos superficiales y banales que tenemos actualmente en la clase política (con sus correspondientes coches oficiales, dietas, viajes, primas y un largo etcétera) no resuelva el 100% de los problemas económicos y financieros que tenemos en España. Pero tampoco creo que eliminar la paga extra a los funcionarios, que la esperan como agua de mayo porque el resto de los meses han visto reducido su salario en cifras apabullantes, vaya a solucionar el agujero de nuestras arcas, agujero que ellos mismos se han encargado de hacer, sea la solución, y sin embargo, esperad a diciembre a ver qué hacen.