Pregunta: ¿De qué va Star Trek?
Respuesta: Trata de la exploración del universo y las formas de vida que hay en él, desde un punto de vista cultural, social y filosófico. No trata de conquista sino de contacto.
P: ¿Qué tiene, que haga que aún hoy dé tanto de que hablar?
R: Plantea unos temas universales que, aún vistos desde un punto fantástico, son ponderables a cualquier época y situación política o social. A veces también trata temas individuales y dilemas morales de una forma muy entretenida y dando formas distintas a cosas que ya se conocían. Aparte de esto, es muy imaginativa, no se repite nunca y tiene altas dosis de aventura.
Ahora bien, para muchos, acercarse a día de hoy a esta saga y revivir las aventuras del capitán Kirk y el iconizado Spock puede resultar de lo más tedioso (y freak, para que negarlo).
Ese es uno de los motivos que ha llevado J.J. Abrams a coger la famosa franquicia y revitalizarla dándole un nuevo enfoque desde el comienzo.
Con esta versión de Star Trek estamos ante eso, ante un renacimiento (al modo de Christopher Nolan con su patricularísimo Batman) que espera captar a los más fieles seguidores de la serie original y, muy especialmente, a los muchos vírgenes espectadores no iniciados en las aventuras de la Flota Estelar.
Y es a ellos, que siempre han sido reacios a adentrarse en este vasto e inexplorado universo, a los que se dirige esta crítica. Pues un servidor, como tantos otros, se pasea por primera vez a través de los pasillos de la Enterprise gracias a J.J. Abrams.
El considerado nuevo gurú de la ciencia-ficción demuestra el porqué de este calificativo en esta superproducción espacial. J.J. Abrams (creador de Perdidos y Fringe) se adentra en el universo de Star Trek para mostrarnos el inicio de la leyenda, su visión de ese comienzo.
Para ello se da el lujo de permitirse ciertas licencias respecto a la historia original, sin que esta pierda su esencia, con un doble fin: hacerla accesible a todos los públicos y que las hordas de trekkies le den su visto bueno a la cinta.
Y la jugada parece haberle salido redonda. Hasta Leonard Nimoy (el inolvidable Spock), a pesar de haber dicho en repetidas ocasiones no volver a enfundarse el uniforme de la Flota Estelar, tiene un papel de vital importancia en el film de Abrams.
Esta nueva entrega de Star Trek narra, como se ha dicho antes, el comienzo de las mil y una aventuras descritas a lo largo de más de 40 años. La trama gira en torno a como surge la amistad entre Kirk y Spock y la primera misión de la Enterprise. Para ello, nada más original que recurrir al tópico (que siempre funciona) de los dos rivales que ven las cosas de forma diametralmente opuestas pero que finalmente han de lograr complementarse. Así, mientras Kirk es llevado por su instinto y es más impulsivo; Spock es un personaje mucho más racional y lógico, que evita dejarse llevar por sus emociones.
Al final, ¡cómo no!, las circunstancias les obligan a tener que entenderse para salvar la situación. El mensaje está claro: con el diálogo es como más se avanza y el futuro se nos presenta optimista y esperanzador.
El director de Mission: Impossible III sabe conjugar como pocos la acción más trepidante con el desarrollo de sus personajes. A base de unos grandes efectos visuales y cámara en mano consigue que nos sintamos dentro de la Enterprise y nos sobrecojamos en las escenas más intensas; al tiempo que capta la complejidad de los protagonistas hasta tal punto, que incluso, llegamos a sentirnos identificados con las motivaciones de Nero (Eric Bana) para poner en peligro a la humanidad.
Nero, el líder romulano que amenaza a la Federación, hace su aparición por primera vez en esta saga y es, sin duda, uno de los personajes más carismáticos del film. Gracias sobre todo a la formidable actuación del australiano Eric Bana, quien destaca por encima del resto del reparto.
En cuanto a los sucesores de William Shatner y Leonard Nimoy como el capitán Kirk y Spock respectivamente, nos encontramos con los ídolos teen Chris Pine y Zachary Quinto conforman una pareja solvente bien escudada por unos secundarios de la talla de Simon Pegg (Zombies Party), Karl Urban (El mito de Bourne) o Anton Yelchin (Alpha Dog). Tenemos pues, una tripulación joven y de la más variopinta procedencia que se apoya en gente consagrada como Bruce Greenwood (el presidente Kennedy en 13 días) y la siempre hermosa y talentosa Winona Ryder con un pequeño pero tierno y cautivador papel.