Revista Cine
Star wars ii: el ataque de los clones (2002), de george lucas. la soledad de la república.
Publicado el 05 julio 2010 por MiguelmalagaSi hablábamos anteriormente de un primer episodio fallido, hay que decir con toda justicia que George Lucas recupera el pulso en esta película y nos hace volver a vivir parte de la magia de la anterior trilogía.
La película se abre en las calles de la capital de la República, una ciudad cuyo diseño debe mucho al Los Ángeles de "Blade Runner" (Ridley Scott, 1982): nos adentramos, durante la persecución, un ambiente auténticamente cosmopolita en un intento de mostrarnos, como en otras muchas escenas de la saga, un pequeño esbozo de lo que debería ser la convivencia entre razas y culturas que distan años luz unas de otras. No es que se trate de una reflexión filosófica ni nada por el estilo, pero la culminación de la persecución en el bar nocturno crea un ambiente perfecto en este sentido.
A partir de ahí, Obi Wan y Anakin, maestro y discípulo, van a separar sus caminos para volver a encontrarse en el climax final. Obi Wan va a dedicarse a investigar un extraño encargo secreto de la República con el que se pretende combatir a los separatitas: un ejército clon, germen del futuro ejército imperial, como todos sabemos. Anakin parte con la senadora Amidala en misión de escolta. Ni que decir tiene que vivirán un intenso romance durante el que pasearán incluso por la Plaza de España hispalense. Un trocito de Sevilla en la galaxia. El romance, aunque no desprenda demasiada química por parte de los protagonistas, tiene su morbo por la prohibición que al parecer tienen impuesta los jedis de enamorarse, como si fueran monjes guerreros.
El amor absoluto por una persona, al que Anakin supedita sus demás deberes y lealtades, va a ser paradójicamente, su primer paso hacia el lado oscuro, aunque en realidad esto no es más que la punta del iceberg: las circunstancias de la muerte de su madre y su salvaje reacción (que recuerda mucho a la del personaje de John Wayne en "Centauros del desierto" (John Ford, 1956) frente a los indios) y los acontencimientos que vivirá en la tercera película harán de él más una víctima que un verdugo a ojos del espectador.
Sé perfectamente que, aunque existe un consenso bastante amplio en considerar a la película anterior como la más floja de la saga, hay mucha polémica con ésta. Yo me alineo entre los que consideran que se trata de una estupenda cinta de aventuras, muy coherente con la historia que se está tratando de contar: la caída del protagonista y de la democrática República en la más absoluta oscuridad.