
De los estrenos de esta semana lo más singular que nos encontraremos será Stella. La neófita e independiente productora de Iván Barredo, Good Films, trae a nuestras salas la entrañable historia de una niña de 11 años en los 70 franceses.
Nostalgia retro, despreocupación, intimismo y una declaración de amor al paso de la infancia a la adolescencia se mezclan con gusto de la mano de la alquimista Sylvie Verheyde, directora que debutará en la piel de toro con esta película autobiográfica. Abundando en la psicología humana y contraponiendo posibles rutas vitales volvemos a ver un ejemplo más de este tipo de cine eminentemente galo. No podrás dejar de contemplar la rara belleza de Léora Barbara, la franca protagonista.
Stella no lo sabe, pero parte del justo medio. Hace vida en el bar de sus padres entre borrachos, pillos y gente trabajadora de cuello azul con la que establece una relación de igual a igual sin ser ésta su condición natural. Ha tenido la suerte de elegir el futuro que quiera, ya que ahora sus padres la han metido en un colegio para gente bien donde pasará su secundaria y su rito iniciático en la dificil adaptación al medio social. Ella, claro, no lo ve como una gran suerte. Las partidas de cartas, los billares y bailes contra la superioridad, altanería y otras formas asépticas de ver el enriquecimiento intelectual que se encuentran con la emotiva jóven. El bar frente a la escuela. Lo profano contra lo sagrado. Valiente muchacha, se apega con la lista de la clase (hija de argentinos, diferente), que no es más que otra forma de rebelarse sin intención de violentarse contra lo establecido.
Las vacaciones forzosas a las que mandan a Stella, al pueblo con su abuela, la harán ahora entender la otra cara de la moneda. Será ahora ella la niña rica de la ciudad que estudia en un colegio para pijas. Al final se resume a ser un igual entre los iguales. Ser de la misma tribu. La vida nos enseña a identificar y rechazar la vida de los otros, seas rico o pobre, lo mismo da.
Con una dirección en ocasiones sublime, permitiendote distraerte tanto con la realización y la dirección de actores (un estupendo Guillaume Depardieu, sentimos su pérdida) como con una emoción templada y genial en la voz en off de Stella, que nos traslada a aquellos breves instantes de nuestra preadolescencia en los que no sabíamos aún qué nos pasaba, y que años más tarde entendenderíamos como toma de consciencia.
Stella es realista, cándida e intachable. Hay amor del de verdad, del que es consciente de sus propios fallos pero que sabe hacerse valer en sus virtudes. Una película que tiene la potencialidad de hacer que te enamores de ella. O no. Pero habrás visto algo que merecerá la pena, seas seguidor del drama eminentemente francés o no. Se le augura un buen futuro a Good Films, que mantiene que primará la calidad a la cantidad de cintas a distribuir, limitándose a cuatro por año, que en los tiempos que corren, si son buenas son muchas. Confiamos en que nos sigan sorprendiendo con los próximos títulos.
