Mañana va a ser un día importante para la Música, por primera vez en la historia el premio Nobel de Literatura va a ser entregado a un cantautor, Bob Dylan, aunque parece que finalmente no irá a recogerlo (sus razones tendrá). La decisión de la Academia no ha podido ser más polémica; se han vertido ríos de tinta para tratar de justificar lo inadecuado de este galardón, en manos de alguien que no se gana la vida como literato sino como cantante y escritor de canciones. El argumento más recurrente tiene que ver con la propia concepción de su obra que, efectivamente, no está pensada para la lectura sino para la escucha en forma de canción; entiendo que los defensores de esta posición también hubiesen estado en contra de que Shakespeare o Molière recibieran tal distinción si hubiera existido en su época, al fin y al cabo buena parte de sus obras estaban escritas con la finalidad de ser representadas en público. Entiendo a quienes critican esta decisión desde el conocimiento literario y porque, además, han escuchado las canciones de Dylan, se han esforzado en comprender y, en el mejor de los casos, se han dejado acariciar por sus poemas; pero, sinceramente, no comparto esas críticas que vienen de personas que, en su vida, se han parado a escuchar una canción de Dylan y, lo que es peor, tal vez nunca hayan tenido el placer de leer un libro. Como me imagino que hoy me estaré ganando una buena cantidad de collejas por mis opiniones, ahora voy a cosechar algunas más, esta vez por parte de los fans de Dylan; creo que el estadounidense es único escribiendo canciones pero no soy un gran enamorado de su voz, ni de su manera de interpretar; siempre he preferido las versiones que otros han hecho de sus temas y, de hecho, en este blog ya han aparecido algunas. Así que, para homenajear a Bob Dylan por este premio Nobel he querido seleccionar uno de los trabajos donde, desde mi punto de vista, mejor se condensa el espíritu poético de este autor, pero interpretado por dos de mis ídolos de juventud: los ex-Yes Steve Howe y Jon Anderson. La canción en cuestión es " Sad Eyed Lady of the Lowlands", un tema de casi doce minutos que escribió probablemente pensando en su mujer Sara, con quien se había casado unos meses antes, poniendo fin a su romance con Joan Baez; ocupaba toda la cara D del disco doble " Blonde on Blonde " (1966), uno de sus mejores álbumes, en el que intervinieron músicos tan destacados como Al Kooper, Joe South o los miembros de The Band. La versión que os propongo fue incluida en un álbum de Stewe Howe homenaje a Dylan ("Portraits of Bob Dylan", 1999), y para este tema contó con su ex-compañero Jon Anderson. La primera vez que la escuché me cautivó, la segunda me emocionó, con la tercera se me escapó alguna lágrima.
With your mercury mouthand your belt like lace,
in the missionary times,
And your eyes like smoke
and your prayers like rhymes,
And your silver cross,
and your voice like chimes,
Oh, who among them do they think
could bury you?
With your pockets well protected at last,
And your streetcar visions
which you place on the grass,
And your flesh like silk,
and your face like glass,
Who among them do they think could carry you?
Sad-eyed lady of the lowlands,
Where the sad-eyed prophet
says that no man comes,
My warehouse eyes, my Arabian drums,
Should I leave them by your gate,
Or, sad-eyed lady, should I wait?
With your sheets like metal
And your deck of cards missing the jack
and the ace,
And your basement clothes
and your hollow face,
Who among them can think
he could outguess you?
With your silhouette when the sunlight dims
Into your eyes where the moonlight swims,
And your match-book songs
and your gypsy hymns,
Who among them would try to impress you?
Sad-eyed lady of the lowlands,
Where the sad-eyed prophet says
that no man comes,
My warehouse eyes, my Arabian drums,
Should I leave them by your gate,
Or, sad-eyed lady, should I wait?
The kings of Tyrus with their convict list
Are waiting in line
for their geranium kiss,
And you wouldn't know it
would happen like this,
But who among them really wants
just to kiss you?
With your childhood flames
on your midnight rug,
And your Spanish manners
and your mother's drugs,
And your cowboy mouth
and your curfew plugs,
Who among them do you think
could resist you?
Sad-eyed lady of the lowlands,
Where the sad-eyed prophet says
that no man comes,
My warehouse eyes, my Arabian drums,
Should I leave them by your gate,
Or, sad-eyed lady, should I wait?
Oh, the farmers and the businessmen,
they all did decide
To show you the dead angels
that they used to hide.
But why did they pick you to sympathize
with their side?
Oh, how could they ever mistake you?
They wished you'd accepted the blame
for the farm,
But with the sea at your feet
and the phony false alarm,
And with the child of a hoodlum wrapped up
in your arms,
How could they ever,
ever persuade you?
Sad-eyed lady of the lowlands,
Where the sad-eyed prophet says
that no man comes,
My warehouse eyes, my Arabian drums,
Should I leave them by your gate,
Or, sad-eyed lady, should I wait?
With your sheet-metal memory
of Cannery Row,
And your magazine-husband
who one day just had to go,
And your gentleness now,
which you just can't help but show,
Who among them do you think
would employ you?
Now you stand with your thief,
you're on his parole
With your holy medallion
which your fingertips fold,
And your saintlike face
and your ghostlike soul,
Oh, who among them do you think
could destroy you
Sad-eyed lady of the lowlands,
Where the sad-eyed prophet says
that no man comes,
My warehouse eyes, my Arabian drums,
Should I leave them by your gate,
Or, sad-eyed lady, should I wait?
Con tu boca de mercurio
en tiempos de misioneros
y tus ojos como humo
y tus oraciones como poesías
y tu cruz de plata,
y tu voz como repiques
oh, ¿quién hace que ellos piensen
que podrían enterrarte?
Con tus bolsillos siempre bien protegidos
y tus visiones de tranvía
que colocas en la hierba
y tu carne como seda,
y tu cara como el cristal
¿quién podría conseguir llevarte?
Dama de ojos tristes de las tierras bajas
donde dice el profeta de ojos tristes
que ningún hombre llega
mis ojos en depósito, mis tambores árabes
¿debería ponerlos en tu puerta
o debería esperar, dama de ojos tristes?
Con tus sábanas como metal
y tu cinturón como un lazo
y tu baraja de cartas perdida la J
y el As
y tus ropas de sótano
y tu cara sin expresión
¿quién de ellos podría pensar
que podría vencerte?
Con tu silueta cuando la luz del sol a media luz
en tus ojos donde nada la luz de luna
y tus canciones de caja de cerillas
e himnos gitanos
¿quién entre ellos intentaría impresionarte?
Dama de ojos tristes de las tierras bajas
donde dice el profeta de ojos tristes
que ningún hombre llega
mis ojos en depósito, mis tambores árabes
¿debería ponerlos en tu puerta
o debería esperar, dama de ojos tristes?
Los reyes de Tiro con sus listas de presidiarios
están todos esperando en fila
sus besos de geranio
y tú no sabías que podría ocurrirte
algo como eso
¿pero quien de ellos realmente
quiere besarte a ti?
Con tus amores de infancia
en tu alfombra de medianoche
y tus ademanes hispanos
y tus drogas de madre
y tu boca vaquera
y tus enchufes de toque de queda
¿quien de ellos te hace pensar
que pudiera resistirte?
Dama de ojos tristes de las tierras bajas
donde dice el profeta de ojos tristes
que ningún hombre llega
mis ojos en depósito, mis tambores árabes
¿debería abandonarlos en tu puerta
o debería esperar, dama de ojos tristes?
Oh, los granjeros y los hombres de negocios
han decidido
mostrarte los ángeles de la muerte
que solían esconder
pero porqué ellos te escogieron
para simpatizar contigo
¿cómo podrían alguna vez equivocarte?
Querían que te responsabilizaras
de lo de la granja
pero con el mar a tus pies
y la alarma falsa
y con el niño de un matón
arropado en tus brazos
¿cómo podrían ellos alguna vez,
haberte convencido?
Dama de ojos tristes de las tierras bajas
donde dice el profeta de ojos tristes
que ningún hombre llega
mis ojos en depósito, mis tambores árabes
¿debería abandonarlos en tu puerta
o debería esperar, dama de ojos tristes?
Con tus recuerdos de planchas metálicas
de Cannery Row
y tu marido de revista
que un día tuvo que irse
y tu gentileza, que ahora no puedes
evitar mostrar
¿cual de ellos crees
que te emplearía?
Ahora estás junto a tu ladrón,
estás en su libertad condicional
con tu medallón sagrado
que la yemas de tus dedos doblaron
y tu cara de santa
y tu alma de fantasma
oh, ¿quién de ellos podría pensar siquiera
que pudiera destruirte?
Dama de ojos tristes de las tierras bajas
donde dice el profeta de ojos tristes
que ningún hombre llega
mis ojos en depósito, mis tambores árabes
¿debería abandonarlos en tu puerta
o debería esperar, dama de ojos tristes?