por Jose Valle
Hace un par de días hablaba con una querida amiga de como la búsqueda de la excelencia no es un objetivo para la mayor parte de las empresas: el principal para ellas es sobrevivir. Y comentábamos la enorme diferencia que Apple representa, como Steve Jobs ha ido contra viento y marea para lograr sus objetivos. Concluí que no es una cuestión de crisis o no, lo es de enfoque, de visión, casi de planteamiento vital.
Hoy que ha muerto Steve Jobs, un día después de la presentación del iPhone 4S, es posiblemente un buen momento para revisar una filosofía que tal vez no haga ricos a todos los que la sigan, pero que seguro puede cambiar nuestras vidas radicalmente.
Steve Jobs era un visionario, una persona que hizo de la excelencia, de crear productos que nadie más producía, el motivo de su vida. Tenía a gala crear objetos que la gente llegaba a amar, sin ni siquiera saber que los precisaban. No basaba su desarrollo en lo que surgiera de grupos de test, en la simple opinión de los mismos consumidores o de la consultora de turno. Creía en lo que hacía y se entregaba. La pasión estaba detrás de cada uno de sus productos y de su gestión, algo que le creó numerosos enemigos, compensado por millones de seguidores.
Es cierto que todos no podemos ser visionarios y reinventar nuestro sector de arriba abajo, ni podemos crear productos que el mercado abrace con pasión, porque es algo que está al alcance de unos pocos, como Steve Jobs. Pero seguro que podemos hacer mucho con nuestro trabajo, en nuestro entorno, en el día a día. Sin gran empeño podemos dejar una huella, aunque pueda ser sólo personal, por hacerlo de forma diferente, simplemente por querer mejorar. Cualquier cambio, por pequeño que sea, es realmente importante.
Podemos discutir la conveniencia de una aproximación global a la excelencia, por cuestiones económicas, de oportunidad, de cultura empresarial o por muchas otras razones. No es fácil mantener una posición contraria al efecto acumulativo de la excelencia en los pequeños hechos, tanto en lo empresarial como en lo personal. Esa filosofía de lucha, de superación y mejora continua, es la que echo de menos y la que es necesario retomar, individual y colectivamente.
Steve Jobs nos ha dejado lecciones donde transmitía esa filosofía, hasta en cosas que para muchos pueden parecer poco significativas, pero que son el eje de su pensamiento: “Hacemos que los botones aparezcan en la pantalla tan bonitos que te apetezca lamerlos“.
Sobre la mediocridad en general, y sobre los productos de su competencia, también dejó perlas como “El único problema de Microsoft es que simplemente no tienen gusto. No tienen ningún gusto. Y no me refiero a las pequeñas cosas, hablo de lo fundamental, en el sentido de que no tienen ideas originales y que no ponen demasiado conocimiento en sus productos“.
Son muchas las reflexiones de Steve Jobs sobre ese enfoque casi zen aplicable en el mundo empresarial. Un par de citas definen una filosofía con claridad, que todos deberíamos seguir o al menos considerar:
“No puedes preguntar a tus clientes que quieren e intentar dárselo sin más. Para cuando hayas conseguido construirlo, ellos esperarán algo nuevo“.
“Muchas empresas eligen reducir su tamaño, y puede que eso sea lo adecuado para ellos. Nosotros elegimos otro camino. Nuestra creencia es que si seguimos colocando magníficos productos frente a los consumidores, ellos seguirán abriendo sus bolsillos“.
Autor Jose Valle, Responsable de Desarrollo de ElSuper.com
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