Cuando cierro los ojos y me recuerdo de niña, en mi cabeza surge la imagen de los miles de tubos de colores que mi madre guardaba en su caja de pinturas, el olor del aguarrás, y preciosos cuadros de bodegones llenos de colores, lilas, margaritas, hortensias, manzanas y cerezas que llenaban las paredes de mi casa.
Y como el ser humano en el fondo es muy simple, y en concreto una servidora todavía más, hoy en día una de las mejores terapias que conozco es la fotografía de still life. Lo mismo que hacía y todavía hace mi madre, lo repito yo para regocijo de mi alma y mi salud mental, cámara en mano, o en trípode, mejor dicho.
El bodegón de toda la vida, ha pasado a denominarse Still Life, por obra y gracia de esta manía que tienen los fotógrafos por los anglicismos. Con estudiadas composiciones de elementos más o menos cotidianos, luces y colores cuidadosamente elegidos, el que fotografía “construye” una imagen para después captarla con la cámara. Aviso: es una actividad altamente adictiva y una maravillosa terapia. Concentración y relajación garantizados.
Y como cada maestrillo tiene su librillo, paso seguidamente a explicar mi método para el máximo regocijo con el mínimo esfuerzo:
1.- Enciérrese uno en una habitación con un montón de luz natural. Asegúrese de que no va a ser molestado en una hora al menos.
2.- Prepare cámara, objetivos, reflector (para evitar sombras) y trípode. Importante éste último para la buena nitidez de la fotografía.
3.- Reúna una serie de elementos que le produzcan placer en los ojos y en el corazón. Por la razón que sea: por su belleza, por su valor sentimental, por que quiere guardar un recuerdo, o por que le combinan perfectamente con el resto ya sea por color o forma (un curioso ejemplo: las preciosas cápsulas de café de distintos colores. Quedan maravillosamente completando huecos y gamas tonales). Para mi funciona mejor trabajar con una paleta de color predeterminada. En caso contrario, me pierdo y empiezo a desvariar.
4.- Hágase con fondos y bases varias: telas bonitas, papeles decorados, bandejas de distintos materiales, cartulinas de colores… Tenga en cuenta su paleta de color, y el ambiente que quiera recrear.
5.- Ponga una música que le haga sacudir el esqueleto de vez en cuando, suavemente, nada de golpes de cadera violentos que pudieran afectar la estabilidad de la cámara.
6.- Empiece a jugar: combine todos sus elementos de las mil maneras posibles y bellas que pueda encontrar. Pruebe diferentes ángulos de toma con su cámara. Particularmente me gusta fotografiar still life de frente, en un ángulo de 45 grados o en un plano picado (situándonos por encima del objeto a fotografiar).
7.- Canturree, baile y fotografíe al mismo tiempo. Felicidad garantizada.
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