Las primeras décadas del siglo XX atestiguan el concepto del estrés como enfermedad suscitada por una causa psicológica o “conflicto interno” y con ello se generaliza lo que se llama “medicina psicosomática”, término que alude a una relación de la mente con la enfermedad física.
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El estrés puede describirse como una reacción física y emocional ante un cambio.
Cada persona responde de una manera diferente ante el trabajo, el ritmo acelerado de la vida cotidiana o el peso de múltiples responsabilidades. Muchas de ellas a menudo se sienten muy agobiadas tras un evento o circunstancia determinada.
¿Cómo se puede vencer el estrés?
Cuando determinadas situaciones se están tornando agobiantes es necesario tomar un espacio para reflexionar y orar, elevando el pensamiento hacia la Mente divina, para ponerse en armonía con todo el ser interior.
Una estrategia para resolver los desafíos es no centrase en el problema y bien aceptar de la situación como aprendizaje. Profundizar el problema tiende a magnificarlo, pero llenar la mente de pensamientos sublimes ayuda a mejorar la salud mental y física y, por consiguiente, disminuye el nivel de estrés. La mayor parte del estrés es temporal y puede desaparecer.
Según un reciente estudio publicado en la revista Social Psychological and Personality Science, compartir los problemas o emociones con personas que están experimentando situaciones similares puede aliviar la tensión.
Las conductas con R: resentimiento, rabia, reproche, rencor, rechazo, son generadoras de estrés, mientras que las conductas con S: serenidad, silencio, sabiduría, sonrisa, sociabilidad son generadoras de tranquilidad, mejoran la calidad de vida y alejan la enfermedad. Las conductas S generan actitudes A: ánimo, aprecio, amor, amistad, acercamiento, según el alfabeto emocional del Dr Hitzig, profesor de Biogerontología,de la Universidad Maimónides de Argentina.
En muchos casos algo que puede resultar beneficioso para combatir las emociones que provocan agobio o estrés, es focalizarlas desde una perspectiva espiritual y encontrarse con uno mismo, escuchando la voz interior. La oración es un instrumento muy eficaz, permite aquietar la mente y las emociones, comunicarse con lo Supremo y centrarse en el núcleo de nuestro verdadero ser. La oración metafísica tiene que ver con la comprensión de la naturaleza divina y permite purificar la consciencia.
Mary Baker Eddy, investigadora de la conexión Mente-cuerpo, en el siglo XIX, sostuvo que “el cuerpo mejora bajo el mismo régimen que espiritualiza el pensamiento; y si la salud no se manifiesta bajo ese régimen, eso comprueba que el temor está gobernando el cuerpo. Esa es la ley de causa y efecto, o sea, una cosa produciendo su igual”. Las perspectivas y actitudes influyen mucho en la manera en que se perciben las situaciones y la manera de pensar y la actitud positiva provocan un cambio favorable. La vida espiritual abre el corazón a soluciones saludables.
El cambio está dentro de uno mismo y lo que está en la conciencia se proyectará en la vida.
¡Tú puedes decir stop al estrés! ¡Inténtalo!