
Ayer terminé de ver la segunda temporada de Stranger Things, y lo admito, me he llevado una muy grata sorpresa.
A diferencia de mucha gente, siempre me he mostrado muy renegón de la serie en su primera temporada. Me gustó, sí, pero lo justo. Y es que parece que está de moda lo retro, y no es ninguna sorpresa que la nostálgia vende. Hemos llegado a un punto de déficit de creatividad, y aunque lo he dicho varias veces ya, nos hemos visto atrapados en el mundo de la repetición tanto en cine como televisión, y los remakes han llenado las carteleras de la última década. Pero siempre hay productos que te sorprenden, y parece ser que poco a poco van afinando la puntería y de vez en cuando llega a nuestros ojos material de calidad.
Stranger Things es una de esas series que remueven algo dentro de nosotros. Yo nací en los 80´, y aunque no viví demasiado tiempo en ellos, siempre he sido gran fan de aquella época que, si bien musicalmente hablando, (en mi opinión) los 70´ le superaban, también tenía un estilo muy marcado que a muchos de nosotros nos vuelve locos. Y no nos engañemos, lo que se ha pretendido desde el comienzo es una serie al estilo Los Goonies, con la acidez de la época, lejos de lo que ahora se llama "lo políticamente correcto", como que los niños no digan palabras malsonantes o se metan en líos con criaturas demoníacas. El resultado era de esperar: un éxito rotundo entre la mayoría del público perteneciente a la Generación X e Y.
Digamos que afronté la segunda temporada un poco reacio, ya que su inicio me dejó una sensación fría. No hasta el punto de pensar que era algo horrible, con lo que todo el mundo estaba flipando, y yo simplemente me entretenía, con algunos capítulos más que otros, unos altibajos que no acababan de convencerme del todo, y llegado al final, sencillamente pude soltar un: "pues vale". Pero esta vez ha sido muy diferente.

Ahora sí han dado en el clavo. Dejémonos de presentaciones de personajes, que ya los conocemos muy bien y además son los mismos. Manteniendo un escenario casi calcado, en esta ocasión vamos a ver mucho más de una historia que comienza tímida, sumergiéndonos en aquel mundo de recreativas Arcade, batidos y cintas de cassette con Iron Maiden, Judas Priest, Cyndi Lauper e incluso aquel melenas llamado Bon Jovi que empezaba a asomar en el panorama musical. La banda sonora es una delicia, en especial a los amantes del Rock y el POP. Y es que el canadiense Finn Wolfhard, parece una especie de Rey Midas, que lo que va tocando lo convierte en oro, como ocurrió con la reciente IT, que curiosamente adopta la misma estética, ¿casualidad? Como os digo, la nostálgia vende.
Hay algo que también me tiene bastante sorprendido, y es que lejos de resultar repelentes los niños protagonistas, como podrían ser esos que aparecen en televisión cantando en programas del tipo La Voz Kids (programa que cuando tenga cojones a ver, puede que tenga que preparar un artículo de Telebasura con él), llegan a ser de lo más salsero, con diálogos con mucha chispa y mala leche. Unos pequeños sabelotodo que arrancan una carcajada al espectador. Por otra parte, la malagueña de nacimiento, Millie Bobby Brown se marca una temporada más que redonda, teniendo en cuenta sus 13 años. Y para el resto del grupo, Gaten Matarazzo, Caleb McLaughlin y la recién incorporada Sadie Sink, otro ¡hurra! No es que sea el colmo de la interpretación, pero transmiten algo que no sé cómo definirlo, quizá sencillamente sea buen rollo.
Pero aquí quien maneja el cotarro y encabeza los créditos iniciales es Winona Ryder, que ha vuelto a demostrar dónde está realmente en su salsa, y en los lugares en los que realmente disfruta. Sin salir de su papel inicial de madre atormentada por los sucesos que están ocurriendo a su hijo pequeño, no se limita al horrible tópico del conformismo, no, ella también lucha, y como la que más. ¡Feminismo al poder! Y seguimos con David Harbour, que se sigue empeñando en poner caras de mala leche, cuando sabemos que en el fondo en un buenazo y un tipo bastante salado. No le va mal el rol.

La aparición estelar, sin duda es la de David Harbour, que parecía estar algo olvidado últimamente, por si no os suena, es Sam, el que acompañaba a Frodo en El Señor de los Anillos. Pero también interpretó el papel de Mike en Los Goonies, de nuevo ¿casualidad? Es un gran tipo.
Cierran el cartel principal Natalia Dyer, Joe Keery, otro nuevo rostro que es Dacre Montgomery y Charlie Heaton al cual han trincado en el aeropuerto con farlopa en la maleta. Si es que hay que quererlos.
La serie de Matt y Ross Duffer, en su segunda tamporada ha llegado cargada de sentimientos, acción, gran BSO y un equilibrio entre drama, ficción y pinceladas de terror. Hacía tiempo que no me emocionaba con un producto audiovisual tan reciente, porque es muy dificil condensar toda una historia tan completa en 9 capítulos, (uno más que la anterior). También es cierto que me cuesta mucho poner una nota tan elevada, pero creo que en esta ocasión está más que merecido. Por ponerle alguna pega, que claro que las tiene, no todo es perfecto, es que sabemos que cuando se descubre a la gallina de los huevos de oro, se explota y se sigue explotando hasta la extenuación. Quizá deberían plantearse darle un cierre digno, y dejarlo cuando esté en la cima, con un bonito recuerdo que nos quedará por siempre, aunque esto es Hollywood, que es sinónimo de negocio, así que en ese aspecto, lo más probable es que estemos realmente jodidos.
Hoy he leído algunas críticas muy negativas, otras afortunadamente para mí, coincidían bastante conmigo. Curiosamente, las del lado malo venían por fans de aquella lamentable serie llamada The Walking Dead que tiene loco a medio mundo, alegando la filosofía, el drama humano y demás mierdas que quieren colarme para defender un producto vacío y carente de frescura, algo con lo que hacerte pasar por inteligente al hablarlo en el bar agarrado al cubata. Otro personaje, a través del panfleto El Mundo la catalogaba Stranger Things 2 de "mediocre", aunque comenzaba el artícuo diciendo que no había ni la mitad de la temporada. Sí amigos y amigas, ese es el nivel. Claro que esto que os cuento no es más que mi humilde opinión, y habrá quien harbá flipado a tantos niveles como yo y a quien no le haya gustado absolutamente nada. Ahí abajo hay un cajetín para dejar comentarios, podéis, debéis pronuciaros.
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