Pues de vuelta estoy después de las vacaciones. Bueno vacaciones es un decir, porque he estado trabajando en un festival de mierda y vomitivo, sobre todo por la clase social de sus asistentes. Así que las vacaciones se las tuve que dar al blog. Pero aunque no escribiera, no he dejado de deglutir cultura audiovisual en mis ratos libres, como podréis imaginar: cine, videojuegos y... series. Y en este último formato no cabe duda de que hay que destacar dos nombres en el verano: Stranger Things y The Get Down, dos series con las que Netflix (que hoy además estrena la segunda temporada de Narcos) demuestra que está al pie del cañón en cuanto a calidad se refiere, a pesar de que sigan pululando truños por su catálogo.
Stranger Things es una maravilla, y a la espera de que se produzca una segunda temporada, puedo afirmar sin miedo a los trols, que es la mejor serie que se ha estrenado en todo el año. No solo por la nostalgia de los ochenta con la que encandila y sus innumerables influencias ( Los Goonies, E.T., Una pandilla alucinante, Bicivoladores, Cuenta conmigo...), sino porque es una narración redonda, con actuaciones maravillosas y que rezuma encanto por los cuatro costados. Esas influencias que van desde el cine a los cómics pasando por los videojuegos (la historia de 11 está claramente inspirada en Beyond: Two Souls) o la literatura ( Stephen King) han convertido a Stranger Things en una referencia ineludible al hablar de series. Una Wynona Ryder que resurge de sus cenizas y hasta una melodía introductoria que te embruja desde sus primeras notas. Verdaderamente increíble.
The Get Down, por otro lado, pone la nota musical al verano. Una serie musical sí, pero no exenta de historia y de reclamo social: esta vez de los orígenes del Hip Hop. En una época como la actual en que parece que lo único que importa es estar a la última en los sonidos traperos, The Get Down reclama la verdadera raíz del Hip Hop, y lo hace centrándose en todos sus elementos, aunque ponga más énfasis en unos que en otros: rap, grafiti, turntablism y breakdance. Sin olvidar, además, de dónde proviene el Hip Hop, contándonos la historia de aquellos finales de los setenta del siglo pasado en el que unos jóvenes de la periferia y de clase baja decidieron iniciar un movimiento que cambiaría la historia de la música. Cierto es que, como me ha comentado alguna gente, la serie es un poco flipada, pero es precisamente eso lo que la convierte en genial; principalmente por ser fidedigna, porque en esa época todos eran flipados, aunque no fueran saltando por los edificios como un yamakazi. Pero ese toque, así como el elemento musical, la hacen, sin lugar a dudas, especial, aun con solo seis capítulos estrenados.
Y con este breve reseña de Stranger Things y The Get Down concluyo la primera entrega de mi consumo audiovisual veraniego, que ha sido mucho, he de decir, aunque muchas veces haya tenido que estar mirando el móvil para responder a una pija francesa si puede entrar con zapatillas en el recinto de un festival.