
Y así como Kubrick interrumpe la propia evolución discursiva de la extrasensorial obra de Ligeti para ceder paso inmediatamente a la imponente introducción del poema sinfónico Así habló Zaratustra de Richard Strauss para mostrar el título de crédito inicial de la película, de esa misma forma pretendió sabiamente el maestro uruguayo Carlos Kalmar ofrecer ambas obras, sin solución de continuidad entre ellas, yuxtaponiéndolas, como si contemplásemos dos obras pictóricas de distintas épocas, alimentando en la mente y los sentidos del espectador la honda impresión (y hasta conmoción, diríamos) que ambas generan.
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