No os imagináis la suerte que he tenido yo siempre con mis suegras. Y digo suerte, porque el azar aquí interviene más que ningún otro factor. Uno puede elegir a su pareja, como puede elegir ra sus amigos... pero la familia política (al igual que la propia) no se elige, te toca. Como te toca la lotería o un virus.
De todos los miembros de la camada de tu media naranja, la que más impone desde siempre es la madre. Al menos, si eres mujer. Si eres hombre, tengo entendido que es el padre el que más intimida. Hay madres controladoras, victimistas, de carácter, sumisas, chantajistas, serviciales, dominantes, colaboradoras... todo un abanico de características humanas que pueden hacer de tu vida en pareja un paseo o un ascenso al Mulhacén (por poner un ejemplo patrio).
Cuando la madre es tuya, la sobrellevas por decencia, por respeto y gratitud... y si se pasa, se lo dices y no hay problema, que para eso hay confianza. Pero la cosa cambia cuando se trata de la madre de él. Entonces, replicar, llevar la contraria o protestar puede ser el principio del fin. A veces, se puede reconducir la situación hacia terreno más favorable, pero no siempre. Yo, como os decía, en estos asuntos he tenido bastante potra.
La de antes era una mujer de carácter por lo que al principio hubo que templar gaitas, pero después fue todo de maravilla. Cuando el cariño es sincero se nota, y a ella se le notaba mucho que me lo tenía. No tenía pelos en la lengua, pero su alto grado empatía le hacía darse cuenta de cuando sus comentarios podían caer mal. Resultaba siempre un apoyo y en poco tiempo se convirtió en una aliada, con la que conseguí tener una complicidad que años antes habría sido incapaz de imaginar.
La de ahora es una señora inteligente y dulce. Desde el principio me di cuenta que es de estas personas que facilitan la vida a los que tienen a su alrededor. Con vocación de bondad y con un sentido común fuera de lo común (nunca mejor dicho). Una mujer de las que te abren su casa y te acogen sin juzgarte. Algo que no deja de sorprender si lo comparamos con la cerrazón mental de parte de los jóvenes. Altruista, colaboradora, humilde, sensible, cariñosa y sensata.
Como veréis, no puedo identificarme mucho con el Señora de Serrat, a pesar de lo mucho que me gusta la canción. Pero no me importa, que ya se que hay otras que sufren el modelo suegra-arpía. A las que os pase, os acompaño en el sentimiento, y no os olvideis de que todos los roces que puedan surgir con tu suegra, debería solucionarlos su hijo.