Revista Educación
Dice la autora en su capítulo 5 "Autonomía y poder"
Los niños con frecuencia se sienten indefensos porque son pequeños e inexpertos y viven en un mundo grande y rápido con máquinas que no pueden tocar,personas mayores y animales que les atemorizan, lugares donde no pueden ir solos, alturas que no alcanzan, cosas para las que necesitan ayuda, acontecimientos temibles y velocidades inalcanzables. Muchas de sus preocupaciones surgen de un sentimiento de indefensión.
Este puente del Pilar nos hemos quedado las dos solitas tete a tete y fulltime y he analizado en la práctica un tema que me venía "estirando de la manga" hacía semanas: los ritmos.
Todo empezó cuando inició el curso escolar y las dos nos tuvimos que ajustar a los horarios que habitualmente en verano brillan por su ausencia. Despertador a las 8,10 y 35 minutos para depertarla, desayunar, vestirla, peinarla y llegar al cole.
Una cosa la tengo muy clara ya que mi hijo Pablo siempre me lo dice: "Mamá, el despertar suave. No enciendas la luz ni subas la persiana al tope". Y haciendo el ejercicio de ponerme en sus zapatos, recordé mis despertares de adolescencia. Efectivamente, el efecto de la luz artificial junto con la toma de conciencia de tener que ir al instituto, eran un camino directo al denominado "enfado con el mundo" de los jóvenes.
Así que el despertar...cariñoso, suave, con la luz justa para que sepa que el sol la espera, sin prisa...
Cuando se ha tomado su desayuno con dibujitos y yo mi café (que la mayoría de las veces acompaño con la lectura del blog nosolounblog) es cuando a mi me entra el nervio ya que echo un ojo al reloj y veo que ya vamos tarde. Toca vestirse, peinarse, lavarse la cara...y es cuando Magdalena, contrariada por mi ritmo ( que se debe reflejar en mi cara ) decide que lo quiere hacer todo, pero "a su ritmo" (uf, uf)
¿De qué sirve haber empezado el día como una mamá buena si a los 20 minutos me convierto en una bruja petarda?
Me he dado cuenta también que esta manía de acelerarme me sucede también cuando incluso no hay que ser puntual. Y en estos casos es donde yo quería auto-analizarme.
Puede ser que ella esté acabando de ver un capítulo de jelly jamm y no permitir que lo acabe de ver "porque ya nos vamos". Si me paro a pensarlo reconozco que a mi me molestaría, y mucho,que no me permitieran acabar de ver, por ejemplo, el final de la peli Oficial y caballero "porque es hora de irse" cuando ni siquiera me han avisado de que nos íbamos a ir.
Creo que a veces "ninguneo" a Magdalena y doy por sentado que conoce mis necesidades y que tiene que estar dispuesta a satisfacerlas a mi ritmo.
Cuántas veces me desespero en el momento de que se tiene que subir a la sillita del coche. Hay veces que tenemos prisa de verdad pero otras no. He constatado que cuando se me activa ese chip de la rapidez, puedo perderme momentos mágicos.
El gran descubrimiento de este puente es que muchas veces va más lenta porque me está contando algo que le ha pasado y no se si porque es chiquita pero para expresarse, necesita pararse. Claro que si la interrumpo dándole prisa se va a sentir poco respetada! Y que hace una persona cuando no se siente escuchada y respetada? Se enfada, se resiste, se enfrenta...
Me duele en el corazón haberlo hecho e intentaré de ahora en adelante estar más atenta a estas aceleraciones de ritmo irracionales.
Esta toma de conciencia de que lo natural es adaptarse al niño y no al revés es una de las bases para iniciar el cambio que propone este libro. Si uno siente este concepto como una gran verdad, este libro le guiará en el camino. Si, en cambio, eres de los que piensa que los niños deben adaptarse a los padres, te pido que leas el post "percepción del amor" y decidas si lees el libro o no.
Cada uno educa a su manera y hay muchas formas de hacerlo.
Tú te lo guisas, tú te lo comes
Y un niño que no se ha sentido respetado, se te puede atragantar.