-No se levante, aún no hemos terminado.
-Por...¿por qué? ¿Algo no va bien?
-El médico quiere otras imágenes
-Entiendo. Algo no va bien.
Mi cáncer y yo llevamos 26 meses juntos y ya nos conocemos. Aun así, siempre consigue sorprenderme.
En estos 26 meses he hecho diez gammagrafías óseas, una prueba que consiste en que te inyectan un líquido radioactivo y al cabo de 2 horas te meten en una especie de fotocopiadora gigante y te fotocopian. El resultado es una imagen de tu esqueleto en la cual, si hay metástasis, se observan unas zonas más luminosas. Esto es debido a que las metástasis captan más radioisótopos que el hueso sano.
Mientras estás en la fotocopiadora ves cómo tu esqueleto se va dibujando en una pantalla. Las primeras veces que haces esta prueba, todo te parece igual. Pero con el tiempo y la experiencia, vas desarrollando una cierta habilidad en intuir con antelación cómo ha ido la prueba.
-Hay algo en la mandíbula, ¿verdad?
-Sí
-¿Metástasis? ¿Necrosis por el Zometa? (El Zometa es un fármaco que se toma en caso de metástasis óseas, que tiene como efecto secundario la osteonecrosis de la mandíbula).
-Pueden ser muchas otras cosas.
Seamos realistas. Tengo cáncer de mama con metástasis repartidas por el cuerpo. Llevo dos años tomando Zometa cada 3 semanas. ¿Cuántas probabilidades hay de que esta “new entry” sea “muchas otras cosas”?
El técnico se va de la sala mientras me repiten la prueba, y me quedo sola, en la fotocopiadora, con la new entry. Empiezo a pensar. Pienso en estos últimos tres meses sin quimio, los primeros después de dos años seguidos de tratamiento. Pienso en cuánto he disfrutado viéndome otra vez capaz de llevar una vida normal. Sin náuseas, sin tanto cansancio, con la cabeza despejada, con ideas y ganas de llevar adelante proyectos. Recuerdo uno por uno los momentos vividos desde aquel 21 de noviembre cuando la doctora me dijo, contra toda expectativa, “la enfermedad está estable, ahora podemos parar la quimio”. Sabía que la despedida sería temporal, pero aun así me sentía eufórica y libre, como si me hubieran dado el alta. Sentí una emoción parecida a la que sientes cuando te regalan algo que deseas mucho y que nunca hubieras imaginado llegar a tener.
Este es el cáncer metastásico. Subidas y bajadas. Momentos en los que la enfermedad te deja respirar y cargar pilas, y momentos en los que hay que volver a coger el toro por los cuernos.
Y entre altos y bajos, te enseña que no hacen falta grandes cosas para disfrutar de la vida. Solo el hecho de estar vivos para poderla vivir, de por sí, es una gran cosa.